La Gran Conciliación del Colegio San Francisco



Había una vez en un pequeño pueblo argentino, un colegio llamado San Francisco, donde los alumnos aprendían y jugaban felices. Sin embargo, este año algo inusual sucedía. Dos profesoras muy queridas, la señora Valentina y la señora Clara, no se llevaban bien. La señora Valentina era muy estricta y le encantaba que sus alumnos hicieran los trabajos a la perfección, mientras que la señora Clara creía que era más importante dejar que los niños exploraran su creatividad.

Cierto día, se planeó una gran fiesta para celebrar el Día del Estudiante, y tanto la señora Valentina como la señora Clara querían organizar su propia parte del evento.

- “Yo quiero que los chicos hagan manualidades y pinten cuadros”, -dijo la señora Clara, llena de entusiasmo.

- “¡Qué va! Primero, debemos hacer concursos de matemáticas y ortografía”, -respondió la señora Valentina con firmeza.

Los alumnos, al escuchar a sus profesoras discutiendo, comenzaron a sentirse incómodos. Un grupo de ellos, liderados por el valiente Tomás, decidió que era momento de hacer algo al respecto.

- “¿Por qué no hacemos una reunión y les proponemos un plan que incluya lo mejor de ambas ideas? ” -sugirió Tomás.

- “¡Buena idea! Pero, ¿cómo hacemos para que nos escuchen? ” -preguntó Sofía, su mejor amiga.

- “Podemos preparar una presentación y hablar con ellas”, -propuso Ana, mostrando su confianza.

Con el apoyo de todos sus compañeros, los estudiantes comenzaron a preparar una presentación para las profesoras. Pensaron en actividades que combinaran las manualidades y los concursos. Cuando todo estuvo listo, se animaron a hablar con la señora Valentina y la señora Clara.

Un lunes, durante el recreo, Tomás dio un paso al frente y las llamó a la sala de profesores.

- “Señoras, ¡tenemos una idea! ” -dijo Tomás, mirando a sus amigos que lo apoyaban.

- “¿De qué se trata, chicos? ” -preguntó la señora Clara, curiosa.

- “Queremos hacer un gran concurso de arte y matemáticas. Podemos hacer pinturas, y al mismo tiempo, resolver acertijos y problemas de matemáticas”, -explicó Sofía, mientras mostraba el dibujo que habían preparado.

- “Sí, y un equipo puede resolver problemas mientras el otro pinta y viceversa. Así todos participan y se divierten”, -agregó Ana.

Las profesoras, sorprendidas por la iniciativa de los niños, se miraron entre sí.

- “Es una excelente idea”, -dijo la señora Clara, comenzando a sonreír.

- “Sí, podría funcionar”, -añadió la señora Valentina, mientras pensaba en las posibilidades.

Poco a poco, las dos docentes comenzaron a colaborar. La señora Clara mostró a los chicos cómo hacer hermosas obras de arte mientras la señora Valentina les enseñaba a resolver acertijos matemáticos relacionados con sus dibujos.

Los días pasaron y el evento se acercaba. Sin embargo, dos días antes de la fiesta, la señora Clara tropezó y se lastimó el tobillo.

- “¡Oh no! No voy a poder ayudar con los preparativos”, -se lamentó, con una expresión de tristeza en su rostro.

- “No te preocupes, Clara”, -dijo la señora Valentina, dejando de lado sus diferencias. - “Puedo asumir tu parte y trabajar con los chicos para que no te falte nada.”

- “¿Estás segura? ” -preguntó Clara, sorprendida ante la disposición de su colega.

- “¡Claro! Haremos esto juntas, como deben ser las cosas en este colegio.”

El día de la fiesta llegó. El patio del colegio estaba decorado con pinturas brillantes y carteles con preguntas de matemáticas. Los alumnos estaban emocionados y listos para compartir sus trabajos.

- “¡Bienvenidos a la Gran Conciliación del Colegio San Francisco! ” -anunció Tomás con una gran sonrisa.

- “Hoy, aprenderemos a disfrutar de las matemáticas y el arte al mismo tiempo”, -añadió Sofía, mientras todos aplaudían.

A medida que avanzaba la celebración, las risas y la diversión unieron a todos en el patio. La señora Valentina y la señora Clara se miraron y compartieron una sonrisa, sintiendo la alegría que había en el aire.

- “Gracias por esa idea brillante, Tomás y amigos. Ustedes nos enseñaron a unir fuerzas para hacer algo increíble”, -dijo la señora Clara.

- “¡Sí! La colaboración es lo que importa, y con su ayuda, los estudiantes se sienten felices y motivados”, -agregó la señora Valentina.

Y así, el colegio San Francisco no solo celebró el Día del Estudiante, sino que también aprendió la importancia de la conciliación y el trabajo en equipo. Desde ese día, las profesoras decidieron combinar sus métodos, y todos en el colegio aprendieron a dar lo mejor de sí mismos al colaborar juntos.

FIN.

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