La Gran Consulta del Bosque



En un hermoso bosque, lleno de árboles altos y flores de mil colores, vivían muchos animales. Cada uno tenía su propia personalidad y opiniones. Sin embargo, había un pequeño conejo llamado Rocco que a menudo sentía que sus ideas no eran tomadas en cuenta. Un día, decidió que debía compartir sus pensamientos y puse en marcha una gran consulta para que todos pudieran expresarse.

-Rocco, ¿qué idea traés hoy? -preguntó Lila, la linda ardilla.

-Quiero organizar una gran reunión del bosque donde todos puedan compartir sus opiniones -respondió Rocco, con entusiasmo.

Las demás criaturas del bosque se miraron entre sí, un poco escépticas. El búho, que siempre tenía la última palabra, frunció el ceño.

-¿Por qué tendríamos que hacer eso? Siempre hacemos lo que yo digo. -dijo el búho, con un tono autoritario.

-¡Porque todas las opiniones son importantes! -exclamó Rocco, que no se dejó intimidar por el búho.

Los animales decidieron darle una oportunidad al conejito. Así que Rocco se puso a trabajar. Al día siguiente, invitó a todos los animales a una reunión especial en el claro del bosque, decorado con flores y luces de luciérnagas.

A medida que los animales comenzaron a llegar, Rocco sintió que una mezcla de nervios y emoción lo invadía. Estaba un poco inseguro sobre cómo reaccionarían al escuchar las ideas de todos.

-Buenas tardes, amigos. Hoy vamos a hacer algo novedoso. Cada uno podrá compartir sus opiniones, y lo más importante: ¡nadie juzgará a nadie! -anunció, levantando las patas delanteras para captar la atención.

El búho puso los ojos en blanco, pero al ver la determinación de Rocco, decidió quedarse a escuchar.

-Tengo una idea para que la comida que traemos sea más variada. ¡Podríamos organizar un festival de sabores! -dijo Lila, emocionada.

-Mmm, suena bien, pero… -empezó a decir el búho, pero Rocco lo interrumpió.

-¡Esperá! Cada uno tiene derecho a compartir sus ideas, recuerden que no se debe juzgar. -dijo Rocco, manteniendo su postura.

Luego, un viejo zorro llamado Hugo levantó la pata y dijo:

-Yo propongo que cada uno haga algo que nunca haya hecho antes, así nos sorprendemos entre nosotros.

-¿Y si al final cada uno hiciera una presentación sobre lo que hizo? -agregó una pequeña tortuga llamada Mili, que siempre era tímida en las reuniones, pero se sentía a gusto en ese momento.

Rocco miró a todos los animales, notando cómo sus ideas comenzaban a fluir y cómo empezaban a trabajar juntos. La reunión fue un éxito, y al final decidieron que cada animal podría compartir su idea en el festival de sabores, y luego presentar algo único que habían hecho.

Con el tiempo, el evento se llevó a cabo. El bosque se convirtió en un lugar de alegría y colaboración. Había dulces, platos de frutas exóticas, y presentaciones sorprendentes: desde el vuelo circense del búho hasta la danza del zorro.

Los animales comenzaron a aplaudir y reír, disfrutando de la diversidad de opiniones y talentos.

A medida que el día avanzaba, Rocco se sintió feliz y orgulloso.

-¿Ves, Búho? Todo puede ser más divertido cuando respetamos las opiniones de todos -le dijo a su amigo.

-Podés tener razón, Rocco. Me doy cuenta de que mi manera de hacer las cosas no siempre es la mejor. -respondió el búho, algo sorprendido de lo que había aprendido en ese día.

Así, el bosque se llenó de respeto, amistad y sobre todo, el valor de escuchar sin juzgar. Rocco se sentía ahora aceptado y querido, y todos juntos, celebraron la diversidad como un regalo que hacía de su hogar un lugar especial. Al final del día, el pequeño conejo había conseguido lo que más deseaba: ser escuchado y apreciado.

Y así, el bosque nunca volvió a ser el mismo. Las opiniones de cada uno eran valoradas, y todos aprendieron que cada voz, por pequeña que fuera, tenía algo importante que aportar.

Desde aquel día, el Gran Festival del Bosque se convirtió en una tradición. Y cada vez que llegaba, todos los animales eran bienvenidos a compartir sus ideas sin miedo, porque sabían que en aquel bosque mágico, cada opinión contaba.

FIN.

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