La Gran Convivencia de la Escuela Animal
En una pequeña escuela donde todos los animales del bosque asistían, había un gran problema. Los espacios eran reducidos y cada animal quería su lugar especial para jugar y aprender. Los pájaros querían estar en las ramas, los conejos necesitaban el suelo y los zorros preferían los patios. Esta competencia por el espacio estaba comenzando a causar peleas entre ellos.
Un día, la maestra tortuga, conocida por su sabiduría, reunió a todos los animales en el gran salón de clases.
"¡Atención, queridos estudiantes!", comenzó la maestra tortuga con voz pausada. "Me he dado cuenta de que no estamos conviviendo como deberíamos. ¿Por qué no me cuentan qué les molesta?"
Los animales comenzaron a hablar al mismo tiempo:
"Los pájaros vuelan muy alto y no dejan espacio para descansar en las ramas".
"Los conejos saltan y siempre están ocupando el suelo".
"Los zorros son pícaros y roban nuestro espacio en el patio".
La maestra escuchó atentamente y luego dijo:
"Entiendo. Pero quizás deberíamos encontrar una solución juntos. ¿Qué tal si creamos un horario para que cada uno tenga su espacio y tiempo en la escuela?"
Los animales miraron a la tortuga con sorpresa. Nunca habían pensado en coordinarse.
"Pero, ¿cómo lo hacemos?", preguntó una ardilla con voz titubeante.
"Podemos hacer un calendario y cada especie puede usar el espacio por turnos. Además, podemos aprender unos de otros y jugar juntos después", sugirió la tortuga.
Los animales comenzaron a charlar entre ellos.
"Me parece una buena idea, pero primero tenemos que decidir quién se queda en cada lugar", dijo un pequeño pato.
"Puedo volar y mirar los espacios desde arriba. Así veré dónde podemos acomodar a todos sin que nadie se pelee", añadió un pájaro.
La idea entusiasmó a los más jóvenes, y después de un rato de muchas charlas y algunas risas, decidieron seguir la sugerencia de la maestra. Se dividieron las horas del día y crearon un nuevo horario. Al día siguiente, todos fueron puntuales a sus lugares.
Los pájaros se adueñaron de las ramas durante la mañana, los conejos saltaron por el suelo a mediodía, y los zorros jugaron en el patio por la tarde. Pero un día especial llegó. El clima estaba hermoso y los animales decidieron que era momento de hacer una fiesta de convivencia.
"¡Hagamos una fiesta donde todos puedan estar juntos!", gritó un simpático pajarito.
"¡Eso sería genial!", exclamó una coneja. "Podemos compartir juegos y comida, así todos disfrutamos."
Los animales comenzaron a prepararse. Cada uno llevaba algo especial: los pájaros traían bayas, los conejos zanahorias y los zorros traían manzanas. El día de la fiesta, todos se juntaron en el gran patio. La maestra tortuga, con su sabiduría, fue la encargada de organizar los juegos.
"Vamos a jugar a la gallina ciega", propuso.
"¡Sí, me encanta!", exclamo un pato.
Esa fiesta fue un éxito rotundo. Se olvidaron de las peleas y disfrutaron de la compañía de los otros. Al finalizar el día, todos los animales se sintieron felices.
"¡En verdad funciona convivir!", dijo un zorro con una gran sonrisa.
"Sabía que si colaboramos, tendríamos más espacio y diversión para todos", agregó un conejo.
Desde ese entonces, la escuela animal se volvió un lugar de amistad, donde no solo se respetaban los espacios, sino también las diferencias.
"Siempre que trabajemos juntos, podemos lograr cosas grandes", concluyó la maestra tortuga, llena de orgullo.
Y así, los animales del bosque aprendieron a compartir y a convivir en armonía. Nunca más hubo peleas por el espacio en la escuela. Ahora todos eran un equipo, apreciando la belleza de cada uno y disfrutando del tiempo juntos.
FIN.