La Gran Decisión de Luis y Rafael



Era una hermosa tarde de primavera cuando Luis y Rafael decidieron salir al patio a jugar. Los rayos del sol brillaban, las flores florecían y todo parecía perfecto para un buen rato de diversión. Sin embargo, hoy era diferente. Ambos tenían juegos en mente, pero no podían ponerse de acuerdo en cuál elegir.

"Yo quiero jugar al fútbol", dijo Luis, mientras acariciaba la pelota entre sus manos.

"Pero yo prefiero jugar a las escondidas", respondió Rafael, cruzándose de brazos.

"El fútbol es más divertido, ¡podemos hacer equipos!" insistió Luis.

"Es que en las escondidas se puede correr y esconderse, ¡es más emocionante!" replicó Rafael.

Los dos amigos miraron el cielo y se dieron cuenta de que el tiempo pasaba, pero la decisión seguía sin tomar forma.

"Vamos a hacer algo", sugirió Luis después de un momento de reflexión. "Juguemos una vez al fútbol y luego, si todavía tenemos tiempo, jugamos a las escondidas. ¿Te parece?"

Rafael se quedó pensando.

"Mmm, me gusta tu idea, pero ¿qué tal si empezamos con las escondidas y después pasamos al fútbol? Así, si me encuentro en la mitad de la partida, al menos estuve escondido un ratito."

"¡Eso suena genial!" respondió Luis con una sonrisa.

Así, decidieron comenzar la aventura con un juego de escondidas. Rafael comenzó a contar: "Uno, dos, tres..." mientras Luis se escabullía detrás de un arbusto frondoso. A medida que Rafael contaba, las ideas de cómo podrían hacer los dos juegos se entrelazaban en su mente.

Cuando finalmente terminó de contar, Rafael salió en busca de Luis. Sin embargo, había algo especial en este juego: cada vez que encontraba a algún amigo, se tomaba un minuto para explicarle por qué había elegido jugar a escondidas.

"Es divertido porque siento la adrenalina al correr y esconderme, y me encanta cuando encuentro a alguien", dijo a su primer amigo encontrado. Luego, siguió explorando hasta que finalmente encontró a Luis.

"¡Te encontré! Ahora te toca contar a vos", dijo Rafael emocionado. Luis, de alguna manera, estaba esperándolo detrás del arbusto.

"¡Eso fue genial! Ahora juguemos al fútbol", exclamó Luis une él y Rafael empezaron a jugar. Comenzaron a hacer pases mientras reían y se divertían junto al balones.

Pero la diversión no duró mucho, porque a medio partido, la pelota se escapó y rodó hacia donde estaban las flores de la vecina.

"Oh no, la pelota puede destrozar las flores. Vamos a buscarla antes de que le pase algo," sugirió Luis.

"Sí, y si las flores se dañan, la señora Ana podría enojarse", respondió Rafael. Ambos corrieron tras la pelota, cuidando de no pisar las coloridas flores.

A medida que se acercaron, la señora Ana salió de su casa.

"¿Qué hacen ustedes dos?" preguntó con curiosidad, viendo cómo intentaban recuperar la pelota con cuidado.

"Nos estamos cuidando, señora Ana. No queremos hacerle daño a sus hermosas flores mientras jugamos", dijo Rafael.

La señora Ana sonrió y dijo:

"Es muy bueno lo que están haciendo. A veces, la diversión también implica cuidar de lo que nos rodea. ¡Hagan lo que quieran, pero siempre tengan en cuenta su entorno!"

Luis y Rafael se sintieron alegres por haber tomado la decisión correcta. En vez de enojarse, la señora Ana les enseñó una importante lección sobre el respeto. Tras devolver la pelota, continuaron su juego con más cuidado, haciendo pases más allá del jardín florido y sin arruinar nada.

"Es divertido jugar así, cuidando todo lo que tenemos", dijo Luis.

"¡Sí! Aprendí que no solo es importante elegir un juego, sino cómo jugar. Esto lo hace aún más especial", respondió Rafael.

Finalmente, terminaron la tarde riendo y jugando, habiendo aprendido que en la diversión siempre hay lugar para el respeto. Desde entonces, nunca más tuvieron problemas para decidir qué juego jugar. Y también, en cada partida, recordaban disfrutar mientras cuidaban de lo que los rodeaba. Ese día, el patio se llenó de risas, y en sus corazones, la amistad brilló aún más.

Y así, Luis y Rafael no solo se divirtieron, sino que también aprendieron que la verdadera diversión se encuentra en compartir y cuidar unos de otros, mientras disfrutamos del momento.

FIN.

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