La Gran Decisión de Sofía



En un pequeño pueblo llamado Alegría, vivía una niña llamada Sofía. Era una niña curiosa, con ojos brillantes y una gran imaginación. Sofía amaba hacer manualidades, pero sus padres la instaban a estudiar Matemáticas porque creían que eso le garantizaría un futuro seguro.

Un día, durante el almuerzo, Sofía le contó a su familia sobre un concurso de arte que se llevaría a cabo en el pueblo.

"¡Quisiera participar!" - dijo emocionada.

"Sofía, eso está muy bien, pero no olvides que las Matemáticas son lo más importante. Merceditas, la amiga de tu papá, siempre dice que los artistas no ganan dinero" - le respondió su mamá, mientras servía lasaña.

Pero Sofía no se desanimó. Sabía que su pasión era crear, así que decidió abrir su mente a la posibilidad de participar en el concurso. Esa noche, se quedó despierta trazando bocetos de lo que podría crear.

Al día siguiente, mientras paseaba por el parque, Sofía se encontró con una anciana que estaba pintando con acuarelas. La mujer miró a Sofía y le dijo:

"¿Te gustaría probar?"

Sofía sintió un cosquilleo en el estómago y asintió emocionada. La anciana le enseñó a mezclar colores, y juntas pintaron flores, mariposas y paisajes.

"Eres muy talentosa, Sofía. No dejes que nadie te diga qué hacer. Tu corazón sabe el camino" - le dijo la anciana, sonriendo.

Esa noche, Sofía se fue a la cama con el consejo de la anciana resonando en su corazón. Decidió que, aunque a sus padres les preocupaba su futuro, ella quería seguir su pasión por el arte.

El día del concurso llegó y Sofía estaba nerviosa pero decidida. Con su lienzo bajo el brazo y su corazón latiendo fuerte, se presentó entre los participantes. Al ver a las otros niños, sintió que su corazón se encogía un poco, pero recordó las palabras de la anciana.

"¡Aquí voy!" - se dijo a sí misma.

Mientras pintaba, la creatividad fluía en cada trazo. Al final de la jornada, el jurado se acercó a ella y le preguntó:

"¿Qué representa tu obra, pequeña?"

Sofía, con voz firme, respondió:

"Es un reflejo de mis sueños y mi pasión por crear. Es mi voz, y no quiero que nadie la apague".

Los jueces sonrieron y le dieron un aplauso. Al finalizar, anunciaron a los ganadores: Sofía no obtuvo el primer lugar, pero sí un reconocimiento especial por su originalidad. Salió del concurso con una gran sonrisa y una sensación de logro.

Cuando llegó a casa, encontró a sus padres esperándola ansiosos. Sofía, llena de orgullo, les mostró el reconocimiento.

"No fue lo que esperaba, pero fue lo que elegí. ¡Me siento feliz!" - les dijo.

Su mamá y su papá la miraron con asombro.

"Oíste lo que dicen de los artistas, Sofía..." - empezó su madre.

"Sí, pero también escuché a alguien importante hoy. Lo que importa es seguir lo que uno ama, ¡y yo amo el arte!" - les interrumpió.

Los padres se miraron, entendiendo que la felicidad de su hija era lo más importante. Desde ese día, decidieron apoyarla en su sueño.

"Haremos lo que esté a nuestro alcance para ayudarte" - dijo su papá emocionado.

A partir de entonces, Sofía comenzó a tomar decisiones por sí misma. Participó en más concursos, se unió a clases de arte y conoció a otros artistas jóvenes del pueblo. Con cada paso que daba, crecía tanto como persona como artista.

Y así, con apoyo y libertad, Sofía floreció en una hermosa artista, creando maravillas que llenaron de color no solo su vida, sino la del pueblo entero.

Al finalizar el año, Sofía organizó su propia exposición en la plaza del pueblo, invitando a todos a disfrutar de su arte.

"Nunca tengan miedo de ser ustedes mismos y seguir lo que aman. ¡El corazón siempre sabe lo que es mejor!" - decía Sofía a sus amigos mientras les mostraba sus pinturas.

Y de esta forma, el pequeño pueblo de Alegría aprendió que seguir los sueños es el camino hacia la verdadera felicidad.

FIN.

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