La Gran Elección de Leo



Era un día soleado en la pequeña ciudad de Villa Aventura, y todos los niños estaban emocionados porque iba a hacerse un gran concurso en la plaza del pueblo. El organizador era el amable don Monty, que siempre tenía sorpresas bajo la manga.

Don Monty había preparado un juego muy especial que consistía en elegir una puerta. Detrás de cada puerta había algo diferente: una puerta tenía un hermoso coche de juguete, la segunda puerta tenía una montaña de caramelos, y detrás de la tercera, ¡un pato volador!

Los niños se reunieron alrededor de don Monty, que con su voz estruendosa comenzó a explicar.

"¡Hola, chicos! ¡Hoy van a participar en 'La Gran Elección de Leo'! Para ganar, deben elegir una puerta. Después, yo abriré una puerta que no tiene el premio, y ustedes podrán cambiar su elección o quedarse con la original. ¡A ver quién es el más astuto!"

Todos los niños aplaudían emocionados. Entre ellos estaba Leo, un chico curioso y un poco tímido. Cuando llegó su turno, se sintió nervioso, pero decidió elegir la puerta número uno.

"Voy a elegir la número uno porque me gusta el número uno" - dijo Leo con un poco de inseguridad.

"Muy bien, Leo. Ahora voy a abrir una puerta" - respondió don Monty, moviéndose hacia la puerta número tres.

Don Monty abrió la puerta tres y, para sorpresa de todos, ¡no había nada más que un pato de plástico!"¡Vaya! ¡No hay ningún coche en la puerta tres!" - exclamó Leo, sintiéndose un poco más confiado.

"Ahora que sabes que la puerta tres no tiene premio, ¿quieres quedarte con la puerta número uno o cambiar a la puerta número dos?" - preguntó don Monty, sonriendo.

Leo pensó por un momento. Recordó que había leído un artículo en su revista de ciencia sobre probabilidades y cómo, a veces, las decisiones más simples podían tener resultados sorprendentes.

"Yo creo que cambiaré a la puerta número dos, don Monty" - decidió, sintiendo que algo le decía que era el momento de arriesgarse.

Con mucha emoción, don Monty abrió la puerta número dos y, para alegría de Leo, ¡detrás estaba el impresionante coche de juguete!"¡Increíble, Leo! Has elegido bien. El coche es tuyo" - dijo don Monty, sonriendo.

Los otros niños lo aplaudieron.

"¿Cómo lo supiste?" - le preguntó una niña llamada Ana.

"No lo sabía para nada, pero recordé que cuando eligieron las puertas, al abrir la puerta tres, me quedé con una nueva opción. Entonces, pensé que seguir las probabilidades podría ayudarme" - explicó Leo.

"¡Qué inteligente!" - dijo Ana, admirando a Leo.

Don Monty se acercó a Leo.

"Así es, Leo. En la vida, a veces hay que elegir una puerta, y aunque al principio parezca una decisión difícil, con un poco de reflexión y ánimo, podemos descubrir nuevas oportunidades" - concluyó.

Desde ese día, Leo no solo se convirtió en un campeón del concurso de don Monty, sino también en un gran amigo. Y todos los niños aprendieron que a veces es mejor cambiar de opción, porque las mejores sorpresas están al doblar la esquina.

Y así, la gran elección de Leo se convirtió en una historia que los niños contaban de generación en generación, recordando que las decisiones pueden ser complicadas, ¡pero siempre valen la pena!

La lección aprendida por Leo y sus amigos es que, a veces, lo inesperado puede llevarnos a los mejores resultados, y que siempre hay que estar abiertos a nuevas oportunidades.

FIN.

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