La Gran Ensalada de Frutas en la Escuela



Era una mañana brillante en el aula de la Escuela Primaria Arcoíris, donde un grupo de estudiantes de cuarto grado estaba emocionado por un proyecto especial: aprender a hacer una deliciosa ensalada de frutas. La profesora María, con una sonrisa en el rostro, les dijo: - Hoy vamos a crear la mejor ensalada de frutas del mundo. Cada uno de ustedes va a aportar su fruta favorita.-

Los niños comenzaron a expresar sus ideas. - Yo quiero ponerle fresas - dijo Ana, levantando la mano con entusiasmo.

- Y yo plátanos - agregó Pablo.

- ¡No, no! ¡Yo tengo una idea genial! - exclamó Lucas - ¡Ya sé! ¡Manzanas, y también un poco de kiwi! -

Mientras tanto, la profesora escribía en la pizarra los ingredientes que cada uno proponía. Todos estaban tan emocionados que no se dieron cuenta de que, al anotar, la profesora se había confundido en el orden de los nombres de las frutas. Cuando terminó, la pizarra decía: "Fresas, kiwi, plátanos, manzanas y... ¡zapallos!"

- ¿Zapallos? - preguntó Sofía, frunciendo el ceño. - ¿No deberíamos poner melón?

- ¡Sí! ¡Melón! - gritaron varios a la vez.

Pero la profesora, creyendo que había anotado todo correctamente, decidió que era hora de dividirse en grupos y salir a buscar los ingredientes. Todos estaban muy contentos mientras iban recolectando los productos en el mercado cercano. Sin embargo, al regresar al aula, se dieron cuenta de que todo estaba mezclado en las bolsas.

- ¡No encuentro mis fresas! - lamentó Ana, mientras revisaba una bolsa llena de arvejas.

- ¿Qué está pasando? ¡Esta no es mi fruta! - protestó Pablo, al encontrar un zapallo en vez de plátano.

- Creo que ahora nuestra ensalada es más bien una ensalada de... ¡sorpresas! - se rió Lucas.

Los niños se miraron unos a otros y decidieron que, en lugar de rendirse, empezarían a crear una receta completamente nueva. - ¡Vamos a mezclar todo! - propuso Sofía y todos asintieron emocionados.

Así que comenzaron a cortar las frutas (y algunos vegetales) que habían traído. Mientras lo hacían, se dieron cuenta de que podían combinar sabores que nunca habrían pensado. El melón dulce con el kiwi ácido, las fresas jugosas con los zapallos tiernos, y los plátanos cremosos sonando como un tambor al caer en el bowl.

- ¡Mirá, esta mezcla es increíble! - dijo Ana, sin poder evitar probar una cucharada con su imaginación.

Después de un rato, al ver cómo su producto final iba tomando forma, comenzaron a sentir una mezcla de emoción y ansiedad. - ¡Y si no sabe bien! - dijo Pablo preocupado.

- Pero si no lo probamos, nunca lo sabremos. ¡Vamos! - exclamó Lucas, con un brillo en los ojos.

Finalmente, llegó la hora de probar su creación. Con cucharas en mano, se servieron la ensalada de frutas más extraña que jamás habían visto. Al dar el primer bocado, el aula se llenó de murmullos de sorpresa.

- ¡Wow! ¡Es deliciosa! - gritó Sofía.

- ¡Nunca hubiera pensado en combinar estos ingredientes! - dijo Ana emocionada.

La ensalada era un éxito rotundo; cada sabor se fusionaba de una manera sorprendente y todos estaban felices. La profesora María se unió a ellos y también probó la ensalada. - ¡Esto es realmente increíble! Nunca subestimen el poder de la creatividad - les dijo.

Desde ese día, la clase aprendió que a veces las cosas no salen como uno espera, pero eso no significa que no puedan ser geniales.

Y así, la Gran Ensalada de Frutas con ingredientes inesperados se convirtió en la tradición del aula de cuarto grado, donde cada año los estudiantes invitaban a mezclar sabores sorprendentes. Como dice el dicho: "La vida está llena de sorpresas, y a veces las mejores combinaciones son las que menos esperamos."

Fin.

FIN.

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