La Gran Escapada de los 21



Era un cálido día de diciembre y el sol brillaba como si quisiera celebrar el último día de clases de los 21 amigos de la escuela primaria. Estaban en la clase de matemáticas, donde la profesora, la señora Pérez, había decidido hacer un repaso final. Sin embargo, a los chicos ya no les importaban los números, y sus corazones estaban llenos de nostalgia.

Mientras los demás tomaban apuntes, Juan, un chico aventurero y juguetón, susurró a sus amigos: "¿Y si nos escapamos a la plaza? ¡Hoy es nuestro día!"

Sofía, siempre entusiasta, respondió emocionada: "¡Sí! Pero, ¿cómo lo hacemos sin que la señora Pérez se dé cuenta?"

Mateo, el más ingenioso del grupo, sugirió: "Podemos hacer un plan. Mientras ella está de espaldas, nos escabullimos. Pero debemos ser rápidos y silenciosos."

Con el plan en marcha, los 21 amigos comenzaron a prepararse para su escapada. Contaron hasta tres y, en un abrir y cerrar de ojos, salieron del aula. Sin embargo, justo cuando estaban por salir por la puerta, el timbre sonó.

"¡No puede ser! ¡Estamos atrapados!", gritó Lucas, angustiado.

"Tranquilos chicos, solo tenemos que actuar con naturalidad", dijo Ana, que siempre había tenido un don para mantener la calma.

Aprovechando el bullicio del cambio de clase, lograron salir del edificio y corrieron hacia la plaza. Al llegar, la emoción fue contagiosa. Todos se fueron desparramando por el espacio verde, recordando momentos divertidos que habían compartido.

"Recuerdan cuando nos perdimos en el camping y tuvimos que cantar canciones para encontrar el camino?", rió Valentina.

"¡Y el tiempo que Javi cayó en la fogata!", agregó Martín entre risas.

De repente, una nube oscura cubrió el sol y empezó a chispear.

"¡No! Justo hoy no!", exclamó Nicolás, preocupado.

"No dejemos que un poco de lluvia arruine nuestro día", gritó Sofía. "Vamos a jugar bajo la lluvia!"

Sin pensarlo dos veces, todos se lanzaron a bailar y correr bajo las gotas frías. La alegría fue tan contagiosa que olvidaron el desafío del clima y se dejaron llevar por su espíritu aventurero.

Mientras se divertían, se escuchó un grito desde el parque:

"¡Chicos! ¡Esperen!"

Era la señora Pérez, que había salido a buscarlos.

"No pensaba que los encontraría aquí, pero me alegra verlos disfrutar. ¿Me dejan unirme a la diversión?"

Los amigos se miraron entre sí, sorprendidos, pero todos asintieron al mismo tiempo. "¡Claro! ¡Uniéndonos somos 22!"

La profesora, al principio un poco reacia, decidió dejar de lado su rol de maestra por un rato y se unió a sus estudiantes bajo la lluvia. Jugaron, rieron y hasta hicieron competiciones de saltos.

Cuando la lluvia cesó, los 22 se juntaron para conversar. La señora Pérez sonrió y dijo: "Hoy me hicieron recordar que, a veces, es bueno escaparse de las matemáticas. La verdadera educación también está en las experiencias. Recuerden, siempre hay un buen momento para aprender, incluso en el juego."

Con una última risa, los amigos regresaron a la escuela, no solo con recuerdos de risas y chapoteos, sino también con una lección invaluable. Aprendieron que cada momento vivido, incluso en su último día, era un regalo que debían atesorar.

Y así, los 21 amigos, más su profesora, se despidieron del ciclo escolar, llevándose consigo un trozo de la vida que jamás olvidarían, recordando siempre la importancia de estar juntos y de disfrutar de cada instante, sea bajo el sol o la lluvia.

FIN.

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