La gran familia de la diversidad


En un soleado día de primavera, 30 alumnos y alumnas ingresaron por primera vez al colegio. Estaban emocionados y ansiosos por comenzar esta nueva etapa en sus vidas. El director del colegio, el Sr.

Martínez, los recibió con una gran sonrisa y les dio la bienvenida. -¡Bienvenidos a todos! Estoy muy contento de tenerlos aquí en nuestra escuela -dijo el Sr. Martínez con entusiasmo-.

Espero que disfruten de su tiempo aquí y que aprendan muchas cosas nuevas. Los niños y niñas se miraron entre sí con alegría. Algunos estaban nerviosos, pero otros estaban emocionados por lo que les deparaba este nuevo comienzo. El Sr.

Martínez les explicó las normas básicas del colegio y les mostró las instalaciones. -Recuerden siempre ser amables unos con otros y respetar a sus compañeros y profesores -les recordó el director-. En este colegio valoramos la diversidad y la inclusión, así que traten a todos con respeto.

Los niños asintieron con seriedad, demostrando que entendían la importancia de seguir las normas para convivir armoniosamente en la escuela.

Después de la charla inicial, los alumnos se dirigieron a sus respectivas aulas para conocer a sus maestros y compañeros de clase. En el salón de clases, los niños se presentaron unos a otros y compartieron sus gustos e intereses. Había futuros científicos, artistas, deportistas y escritores entre ellos.

La diversidad era evidente, pero eso no fue un obstáculo para que rápidamente encontraran puntos en común y comenzaran a forjar amistades. Durante las primeras semanas en el colegio, los niños participaron en diversas actividades educativas y recreativas.

Descubrieron juntos el mundo de las matemáticas, las ciencias naturales, la literatura y tantas otras materias fascinantes. Se ayudaban mutuamente cuando alguno tenía dificultades para comprender algo y celebraban juntos cada logro alcanzado.

Un día, mientras estaban jugando en el patio del colegio durante el recreo, uno de los niños notó a un compañero solo en un rincón mirando triste hacia el suelo. Se acercó a él para preguntarle qué le pasaba. -¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte en algo? -le preguntó con preocupación.

El niño levantó la mirada sorprendido por la atención recibida. -No tengo amigos aquí... me siento solo -confesó tímidamente. Sin dudarlo ni un segundo, el niño que se acercó le tendió la mano al compañero solitario. -Ven conmigo; te presentaré a mis amigos.

En esta escuela todos somos amigos -le dijo con una sonrisa cálida. Y así fue como poco a poco aquel niño solitario empezó a integrarse al grupo gracias al gesto amable de su nuevo amigo.

La solidaridad y empatía reinaban entre estos jóvenes corazones dispuestos siempre a tender una mano amiga cuando alguien lo necesitara. Al finalizar ese primer año escolar juntos, los 30 alumnos celebraron su crecimiento personal, los nuevos conocimientos adquiridosy sobre todo las valiosas amistades que habían cultivado.

El espíritu colaborativo, el respeto mutuoy la alegría compartidaeran pilares fundamentalesque guiaban cada día en ese colegio tan especial. Y así concluyeron esos maravillosos meses, llenos de aprendizajes, risas compartidasy momentos inolvidablesque quedarían grabados en sus corazones para siempre.

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