La Gran Feria de los Sueños



Era una mañana soleada en la ciudad de Buenos Aires. En la Escuela Primaria Esperanza, un grupo de estudiantes estaba muy emocionado por un proyecto especial que había surgido. La profesora Valeria había propuesto organizar una feria en la Avenida Libertador, donde los alumnos podían vender productos hechos por ellos mismos.

"- Chicos, tenemos la oportunidad de mostrar nuestras habilidades y hacer algo increíble! - dijo la profesora Valeria, mientras dibujaba un plazo en la pizarra.

Los estudiantes comenzaron a pensar en qué productos podrían vender. Santiago, el más creativo del grupo, propuso hacer galletas decoradas. "- ¡Podemos hacer diferentes formas y colores! - exclamó entusiasmado.

"- Yo quiero hacer pulseras con cuentas de colores - agregó Sofía, que siempre había sido una artista.

"- Y a mí me gustaría dibujar retratos - dijo Martín, que tenía un talento especial para el dibujo.

La idea comenzó a tomar forma, y los alumnos se organizaron en pequeños grupos. El día de la feria se acercaba y todos estaban ansiosos por trabajar en sus productos. Sin embargo, hubo un pequeño giro: los estudiantes se dieron cuenta de que muchos no tenían suficiente dinero para comprar los materiales.

"- No podemos dejar que esto nos detenga, hay que encontrar una solución - propuso Valentina, con determinación.

Después de discutirlo, decidieron visitar a algunos vendedores de la avenida para proponerles una colaboración. Con mucho entusiasmo, los estudiantes se armaron de valor y se acercaron a los vendedores. Al llegar, notaron que la avenida estaba llena de vendedores animados que ofrecían todo tipo de productos.

Uno de los vendedores era Don Carlos, conocido por su amor a las golosinas. "- ¡Hola, chicos! ¿Qué quieren hacer? - preguntó, dirigiendo su mirada curiosa hacia ellos.

"- Somos estudiantes que queremos hacer una feria, pero no tenemos dinero para los materiales - respondió Sofía.

"- ¡Claro! Yo puedo ayudarles. Si me hacen una cartulina con un hermoso dibujo, les regalaré la harina y el azúcar para las galletas - ofreció Don Carlos, sonriendo con complicidad.

Los estudiantes aceptaron encantados y se pusieron a trabajar. Con ayuda de su profesora, realizaron un dibujo colorido que representaba la alegría de la feria. Don Carlos cumplió su promesa y les dio todos los ingredientes necesarios.

Los otros vendedores se inspiraron al ver la colaboración. La señora Elena, que vendía flores, les ofreció ramos de flores secas para que decoraran sus stand. El Señor Alberto, que tenía una tienda de juguetes, donó algunos cartones para que los alumnos hicieran carteles.

Días después, llegó el tan esperado día de la feria. Los estudiantes estaban nerviosos y felices, listos para mostrar sus creaciones. Todo estaba montado en la Avenida Libertador: sus stand decorados con colores brillantes, el olor de las galletas recién horneadas inundaba el aire y, sobre todo, el espíritu de camaradería estaba presente.

Al empezar la feria, una multitud de personas se acercó a disfrutar de aquel evento, pero también para apoyar a los pequeños emprendedores.

"- Miren, ¡qué lindo todo! - decía un papá mientras compraba una bolsa de galletas.

"- ¡Yo quiero una pulsera! - gritó una niña emocionada al ver el colorido stand de Sofía.

Con cada venta, los estudiantes se llenaban de alegría y también aprendían algo nuevo sobre el valor del trabajo en equipo. Observaron cómo los vendedores de la avenida también interactuaban entre ellos, ayudándose unos a otros y compartiendo risas mientras vendían sus productos.

Al final de la jornada, tras vender todo y recibir aplausos de quienes pasaban, los estudiantes contaron el dinero recaudado. Con una sonrisa, Valentina dijo: "- ¡Fue increíble! - y todos comenzaron a celebrar.

"- Pero no solo es el dinero, sino todo lo que hemos aprendido juntos - dijo Martín, concluyendo así una jornada de aprendizaje, amistad y colaboración.

Decidieron donar una parte de lo recaudado a una escuela que necesitaba materiales para sus clases, comprendiendo que ayudar a otros también era parte de su experiencia.

La Gran Feria de los Sueños no solo había sido un éxito comercial, sino también un gran aprendizaje sobre la amistad, la colaboración y el trabajo en equipo. Los estudiantes volvieron a su escuela con el corazón lleno de alegría y un futuro brillante por delante, bajo el sol de la Avenida Libertador.

FIN.

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