La Gran Fiesta de Cumbia en el Bosque



Era un hermoso día en el bosque de Los Sonidos, donde todos los animales vivían en armonía. Cada año, organizaban una gran fiesta para celebrar la amistad, y este año, la temática era la cumbia colombiana, un ritmo alegre que hacía mover los pies a cualquiera.

La noticia de la fiesta llegó al pequeño zorro llamado Zuri, que siempre soñó con bailar cumbia como los humanos. Él decidió que este año, iba a aprender a bailar para poder participar.

"¿Pero cómo voy a aprender? No tengo compañeros de baile", pensó Zuri mientras se frotaba las patitas.

Un día, mientras exploraba, Zuri escuchó a un grupo de pájaros cantando alegremente.

"¡Hola, amigos!", dijo Zuri intrigado.

"¡Hola, Zuri!", respondieron los pájaros, "¿Qué te trae por aquí?".

"Quiero aprender a bailar cumbia para la fiesta... pero no sé cómo".

"¡Nosotros te ayudaremos!", dijeron con entusiasmo.

Los pájaros se agruparon y comenzaron a marcar el ritmo con sus trinos.

"Primero, tienes que sentir la música en tu corazón", dijo el loro, que era el más experimentado.

"¡Es fácil! Solo tienes que seguir el compás. A ver, ¡practicá!".

Zuri empezó a moverse torpemente, pero conforme los pájaros cantaban un poco más fuerte, comenzó a seguirles el paso. Unos días pasaron y Zuri estaba cada vez más cerca de dominar los movimientos de la cumbia.

Pero un día, cuando Zuri llegó a practicar, notó que sus amigos pájaros estaban preocupados.

"¿Qué pasa, amigos?", preguntó Zuri.

"El gran árbol de la música está enfermo. Sin él, la fiesta no podrá llevarse a cabo", dijeron los pájaros con tristeza.

Zuri sintió un nudo en su estómago. Sin el árbol, no había música, y sin música, no había fiesta.

"Debemos salvarlo!", exclamó Zuri decidido.

"¿Pero cómo?", preguntaron los pájaros.

"Podríamos conseguir ayuda de otros animales, juntos somos más fuertes!"

Así que Zuri y los pájaros comenzaron a buscar ayuda. Hablaron con la tortuga, que les enseñó sobre la importancia del agua para el árbol. La tortuga les dijo:

"Cada gotita cuenta, juntáremos agua de la charca y con eso haremos que el árbol crezca fuerte nuevamente".

Después, le pidieron ayuda al búho sabio, que les contó historias sobre cómo fortalecer al árbol.

"Cada historia puede ayudar, contadlas a su alrededor. La música volverá a fluir", les dijo el búho.

Con el corazón lleno de esperanza, Zuri y los pájaros empezaron a recolectar agua y a contarle al árbol historias. Un día, mientras cuidaban el árbol y compartían risas, notaron que sus hojas empezaban a brillar nuevamente.

"¡Lo estamos logrando!", gritó Zuri.

"¡Claro que sí! Solo necesitábamos un poco de trabajo en equipo y amor", añadió uno de los pájaros.

Finalmente, justo a tiempo para la fiesta, el gran árbol de la música floreció de nuevo, y con él, una melodía hermosa resonó por todo el bosque.

"¡Es hora de bailar!", dijo Zuri emocionado.

Durante la fiesta, Zuri lució sus nuevos pasos de cumbia.

"Miren, ¡estoy bailando!", exclamó mientras giraba y saltaba entre risas con los demás animales.

El ritmo contagioso de la cumbia se apoderó de todos, y el bosque se llenó de risas y alegría.

"Gracias, Zuri, por recordarnos que juntos somos más fuertes", dijeron los pájaros.

"Y gracias a ustedes por enseñarme a bailar", respondió Zuri feliz.

Al final del día, todos aprendieron que el trabajo en equipo y la amistad eran las verdaderas claves para celebrar, y el baile de cumbia, que inicialmente parecía un sueño, se hizo realidad. Así, la fiesta se convirtió en una tradición que recordarían siempre, no solo por la música, sino por la unión que habían construido.

Los animales bailaron hasta que el sol se ocultó y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo, recordando que la alegría siempre se multiplica cuando se comparte. Y así, cada año, la gran fiesta de la cumbia se volvía cada vez más especial, uniendo a todos en una sola melodía de amistad y diversión.

FIN.

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