La Gran Fiesta de Don José



En un pequeño pueblito lleno de flores y árboles altos, vivía un hombre simpático llamado Don José. Siempre llevaba un sombrero de paja y un delantal azul. Un día, decidió organizar una gran fiesta en su granja. "¡Voy a invitar a todos mis amigos!"- dijo con una gran sonrisa mientras miraba las gallinas rojas correteando por el patio, el perro Tito ladrando alegre, y su gato gato Miel en el tejado.

Don José armó un gran escenario con palets de madera y colgó luces de colores en los árboles. Mientras tanto, las vacas pastaban tranquilamente en el campo, y las flores amarillas y rosas daban un toque de alegría a la granja. "¡Necesitamos música!"- pensó Don José y se fue a buscar su viejo acordeón.

Al llegar, encontró a sus amigos: la ardilla Chispa, el conejo Toto, y las mariposas volando en círculos. "¡Hola, amigos!"- gritó Don José. Al ver a Chispa llenando su mochila de nueces, su corazón se llenó de felicidad. "¡Vamos a hacer una gran fiesta!"- exclamó.

Los amigos comenzaron a traer cosas ricas: Chispa trajo nueces, Toto zanahorias y las mariposas un poco de miel. "¡Qué suerte tenemos!"- dijo Don José emocionado. "Pero falta algo, algo importante... ¡un pastel!"-

Entonces, Don José tuvo una idea brillante. "¡Hagamos nuestro propio pastel!"- Propuso. Juntos fueron al huerto y recogieron fresas, frambuesas y moras. "¡Las frutas más dulces!"- aseguró Don José mientras las cocinaban en una olla grande, mirando cómo el color rojo de las frutas embellecía la mezcla.

Mientras el pastel se horneaba, todos jugaron a atrapar mariposas. Las flores del campo bailaban al viento y las risas llenaban el aire. "¡El pastel está listo!"- anunció Don José, y el olor delicioso llenó la granja.

Cuando la tarde llegó, los amigos se sentaron en una larga mesa llena de delicias. "¡A comer!"- gritó Don José. No había nada mejor que compartir buena comida con buenos amigos. Todos disfrutaron el pastel, y al final, Chispa hizo una danza graciosa. "¡Esta fue la mejor fiesta!"- dijeron todos, sonriendo.

Desde aquel día, Don José y sus amigos siempre celebraron juntos, recordando que lo más lindo es compartir momentos felices, rodeados de música, risas y, sobre todo, mucho amor. Así, la gran fiesta se volvió una tradición en el pueblito, y todos esperaban con ansias el próximo festejo.

Y así, Don José aprendió que no se necesita mucho para hacer feliz a los demás, solo un buen corazón y buenos amigos.

FIN.

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