La Gran Fiesta de la Familia
Era un caluroso viernes en Buenos Aires y la emoción se sentía en el aire. Camila, una niña de diez años, no podía creer que era el día de la fiesta de la familia en el colegio de su mamá.
- ¡Mamá, ya casi es la hora! - dijo Camila mientras corría de un lado a otro en su habitación, intentando decidir qué ropa ponerse.
- Tranquila, mi amor, - respondió su mamá. - La fiesta comienza en un par de horas. Asegúrate de llevar tu traje de baño, ya que habrá pileta.
Mientras se vestía, Camila pensaba en lo que le había dicho su mamá. Había juegos recreativos, exhibiciones de tecnología y plásticas, además de hamburguesas y, por supuesto, la pileta. Todo sonaba perfecto.
Al llegar al club, se percató de que el lugar estaba decorado con globos de colores y había familias riendo y jugando. Camila sintió una mezcla de nervios y emoción al ver a sus amigos.
- ¡Hola, Camila! - gritó Lucía, una de sus mejores amigas. - ¡Mirá todo lo que hay para hacer! ¿Vamos a jugar?
- Claro, ¡vamos! - contestó Camila, corriendo hacia la zona de juegos. Allí, había una serie de estaciones que los maestros habían preparado con mucho cariño y dedicación.
Primero se acercaron a un juego donde debían construir una torre con bloques reciclados. La consigna era hacer una torre lo más alta posible.
- ¡Vamos a hacerlo juntas! - dijo Lucía, tomando un bloque en sus manos.
- ¡Sí! Pero debe ser firme, así no se cae - añadió Camila, mientras pensaba en cómo podían organizarse.
Después de un rato de esfuerzo y risas, lograron construir una torre impresionante. Aunque al final se cayó cuando el viento sopló fuerte, no les importó, ya que habían pasado un buen rato.
Luego, se acercaron a los stands de tecnología. Allí, un maestro mostraba a los niños cómo programar un pequeño robot para que siguiera una línea dibujada en el suelo.
- Mirá, Camila, yo ya sé cómo se hace. Te puedo ayudar - dijo Lucía entusiasmada.
Pero eso no fue todo, ya que en un rincón también había un stand de plásticas donde podían pintar y hacer manualidades.
- ¡Oh, quiero hacer una pintura! - exclamó Camila. Justo en ese instante, una sombra pasó por encima de las dos amigas. Era Nicolás, un chico que no paraba de molestar.
- ¿Qué están haciendo, chicas? ¿Jugando a ser artistas? - se burló Nicolás.
En lugar de sentirse mal, Camila y Lucía se miraron y sonrieron.
- En realidad, sí. ¡Y queremos hacer nuestra propia obra maestra! - dijo Camila con confianza. - ¿Querés sumarte, Nicolás?
- ¿Yo? Nah, me gusta más jugar a fútbol - respondió, pero al ver que las chicas se reían y se divertían, dudó.
- Bueno, si cambias de idea, la invitación sigue en pie - le dijo Lucía, mientras comenzaban a elegir colores.
Los siguientes momentos fueron mágicos; las tres empezaron a crear juntos. Nicolás pintó un sol amarillo brillante mientras Camila llenó su lienzo de colores vivos.
Pasadas unas horas, llegó la hora de la comida. Todos se reunieron para disfrutar de las hamburguesas. Tras la comida, comenzó la música y los niños se lanzaron a la pileta.
- ¡Qué divertido! - gritó Lucía mientras saltaba del borde de la pileta.
Camila nadaba y sentía la felicidad recorriendo cada parte de su ser. En la pileta, incluso Nicolás se sumó y todos comenzaron a jugar juntos.
Al caer la tarde, mientras todos se secaban al sol, Camila miró a sus amigos y sonrió.
- ¡Fue un día increíble! - dijo. - ¡Nunca pensé que podría disfrutar tanto con todos!
- A mí me encantó hacer la pintura - añadió Nicolás. - Y gracias por invitarme a jugar.
La fiesta de la familia no había sido solo un día de entretenimiento, sino la oportunidad de aprender, de compartir y de crear nuevos lazos. Camila se dio cuenta de que las diferencias no importaban y que, al final, todos podían unirse para pasar un buen rato.
- ¡Hasta la próxima, amigos! - saludó Camila al despedirse, mientras su mamá la esperaba para llevarla a casa, llena de nuevas historias y sonrisas.
Y así, el viernes se convirtió en un día inolvidable, lleno de aprendizajes y diversión, donde cada niño, sin importar sus diferencias, disfrutó de la magia de la amistad y la creatividad.
FIN.