La Gran Fiesta de la Granja
Era un día radiante en la granja de Don Julián. Todos los animales estaban emocionados porque se preparaban para la gran fiesta de la primavera. La vaca Blanquita, el gallo Pío, la oveja Lala y el cerdito Pipo estaban a cargo de los preparativos.
"¡Vamos, equipo! Necesitamos luces, música y mucha comida", dijo Blanquita mientras movía su cola con entusiasmo.
"Yo puedo buscar flores para decorar", propuso Lala, saltando alegremente.
"¡Y yo puedo cantar!", agregó Pío, inflando su pecho con orgullo.
"Y yo puedo traer manzana y zanahorias", dijo Pipo, con su pancita llena de alegría.
Todos se pusieron manos a la obra. Mientras buscaban adornos, un fuerte ruido rompió la calma: ¡un trueno estalló en el cielo! Los animales se miraron asustados.
"No tengo miedo de la tormenta, pero espero que no arruine nuestra fiesta", dijo Blanquita, un poco preocupada.
"Si todos trabajamos juntos, ¡podemos hacer que nuestra fiesta sea aún mejor!", insistió Pío con determinación.
Y así, los animales decidieron que, aunque el tiempo estaba nublado, no dejarían que eso arruinara su celebración. Se encerraron en el granero y empezaron a improvisar.
"¿Qué tal si hacemos una competencia de canto?", sugirió Pío.
"¡Buena idea! Y podemos hacer un concurso de baile también", añadió Lala.
"Y yo seré el juez", dijo Blanquita con una sonrisa.
"¡Yo quiero bailar!", gritó Pipo mientras movía su pancita para un lado y otro.
La tormenta comenzó a caer con fuerza y el viento a soplar, pero dentro del granero, la música y la risa llenaban el aire. El canto de Pío resonaba mientras Lala saltaba de alegría y Pipo hacía su mejor intento de baile. Todos se divertían tanto que se olvidaron del mal tiempo.
Cuando la lluvia amainó y la tormenta se fue, miraron por las ventanas del granero. El sol había salido y un hermoso arcoíris aparecía en el cielo.
"¡Miren! ¡El sol ha regresado!", gritó Pipo emocionado.
"¡Es el momento perfecto para salir!", exclamó Lala.
Al abrir las puertas del granero, se encontraron con un paisaje magnifico: el campo brillaba con colores vibrantes y el aire olía a flores frescas. Pero la fiesta aún no había terminado. Decidieron llevar los juegos al aire libre.
"¡Vamos a hacer una búsqueda del tesoro!", propuso Blanquita, llena de energía.
Dividieron a los animales en dos equipos: el equipo de Blanquita y el equipo de Pío. Con una lista en la mano, comenzaron a buscar bajo árboles, en arbustos y entre las flores.
"¡Yo encontré una campana!", exclamó Lala mientras la agitaba.
"¡Y yo un sombrero viejo!", añadió Pipo riendo.
Cada hallazgo era una nueva risa y alegría. Al terminar, se reunieron en un círculo para compartir lo que habían encontrado. Pronto se dieron cuenta de que la verdadera sorpresa de la búsqueda no era solo lo que encontraron, sino el tiempo que habían pasado juntos.
"¡Esta fiesta es la mejor!", declaró Pío.
"Sí, ¡y todo gracias a que nos unimos a pesar de la lluvia!", dijo Blanquita con una gran sonrisa.
Al final del día, todos los animales se sentaron a disfrutar un festín con las manzanas y zanahorias que había recolectado Pipo, mientras el sol se ponía formando un mágico atardecer.
"Lo más importante de este día no son los adornos ni la comida, sino que siempre, siempre debemos estar juntos y apoyarnos", concluyó Lala mientras miraban el horizonte.
Y así, más unidos que nunca, los animales decidieron que cada año celebrarían su gran fiesta de primavera, sin importar el clima, porque lo que realmente importaba era tener diversión y amistad.
FIN.