La Gran Fiesta de la Inclusión
Era un hermoso día en el Bosque Encantado. Los árboles lucían su follaje brillante y los animales se preparaban con entusiasmo para la Gran Fiesta de la Inclusión, un evento especial donde todos los seres animados podían celebrar sus diferencias y compartir lo que los hacía únicos. Cuentan que este año, la fiesta sería más mágica que nunca, pues se había decidido invitar a una nueva amiga: Lila, la luciérnaga, quien siempre había sido un poco tímida por su pequeña estatura.
Mientras tanto, en la pradera, bien al lado del río, se encontraba Ramón, el ciervo.
-Ramón, ¿escuchaste? ¡Lila viene a la fiesta! - dijo Chispa, la ardilla.
-Sí, pero creo que no vendrá. Siempre se esconde cuando hay muchas flores, ¿viste cómo se pone? - contestó Ramón con un dejo de preocupación.
Esa noche, los amigos de Lila decidieron ir a su casa. Allá, en su rincón iluminado, el zigzagueo de su luz era apenas un destello entre la bruma de la noche.
-Chicos, gracias por venir - dijo Lila, un poco nerviosa pero contenta.
-Lila, la fiesta de la inclusión es un lugar para brillar. ¡Queremos que estés con nosotros! - exclamó Pablo, el conejo, saltando emocionado.
- Pero... no sé si soy como ustedes. Mi luz es tan pequeña... - murmuró Lila, mirando sus frágiles alas.
- ¡Claro que sí! - gritaron todos al unísono. - Tu luz será la más especial de todas, además, cada uno de nosotros brilla a su manera. ¡Vamos!
Motivada por el cariño de sus amigos, Lila decidió intentar asistir. Pero, al llegar la mañana del gran día, su nerviosismo casi la hizo quedarse en casa. Sin embargo, recordó las palabras de sus amigos.
- Lila, la decidida, puede demostrar que cada luz cuenta - se dijo a sí misma.
Cuando Lila llegó al centro del bosque, vio cómo todos sus amigos ya estaban allí, cada uno con algo especial que ofrecer. La tortuga traía su sabiduría, el zorro sus juegos, el búho sus historias.
Al ver la diversidad, Lila sintió que podía aportar algo también, así que se acercó al árbol del centro y se quedó quieta, brillando levemente.
- ¡Mirad a Lila! - exclamó Chispa, y todos la rodearon.
- Tu luz nos guía, pequeña amiga - dijo Ramón, y Lila se sintió cada vez más segura.
Luego, llegó el momento de las actividades. Los animales formaron equipos. En uno de ellos, Lila se unió a un grupo donde estaba el erizo, que aunque era un poquito espinoso, tenía el talento de orientar a los demás.
- ¡Vamos, Lila! - gritó el erizo. - Con tus luces y mis espinas, ¡seremos imparables!
Al principio, Lila dudó un poco, pero cuando se vio rodeada de amigos haciendo lo que más les gusta, comenzó a brillar con más fuerza. Juntos formarían un camino a través de un juego de sombras y luces, creando figuras mágicas en el aire.
La fiesta retumbaba de risa y alegría. Todo el bosque se llenó de música y bailes; cada animal mostró su talento, mientras Lila con su luz creaba encantos que maravillaban a todos.
De repente, un viento fuerte comenzó a soplar y causó que se apagaran algunas luces.
- ¡Oh, no! - gritó Chispa. - Así no podemos seguir con la fiesta.
Eso hizo que Lila se diera cuenta de lo importante que era su luz en ese momento. Se acercó al centro de la escena y dijo:
- No se preocupen, ¡yo puedo ayudar! - Con sus destellos, comenzó a brillar más que nunca, llenando el bosque de luz. Todos los animales se unieron a ella, haciendo su propio destello con movimientos, sonidos y risas.
Fue así como en esa noche oscura, la luz de la amistad logró iluminar la fiesta como nunca antes.
Al final de la noche, en medio de un mar de luces, Lila se dio cuenta de que su pequeño destello era igual de valioso que el de cualquier otro.
- Gracias por ayudarme a brillar junto a ustedes - dijo con felicidad.
Y así, la Gran Fiesta de la Inclusión terminó siendo el reflejo de sus corazones, donde todos se sintieron especiales y felices de ser quienes eran. Desde ese día, Lila supo que nunca más se sentiría sola, y el bosque nunca había sido tan brillante como en esa mágica noche.
FIN.