La Gran Fiesta de la Luna
Era una hermosa noche de luna llena en el bosque encantado. Todos los animales estaban emocionados porque esa noche se celebraba la Gran Fiesta de la Luna, un evento que sólo ocurría una vez al año. Cada año, la luna iluminaba el bosque y hacía que todo brillara como si estuviera cubierto de polvo de estrellas.
Los animales empezaron a llegar al claro donde se iba a realizar la fiesta. El primero fue el zorro, un animal astuto y divertido.
"¡Hola, amigos! ¿Listos para la fiesta?" - preguntó el zorro mientras movía su cola con entusiasmo.
"¡Sí!" - gritaron todos los animales al unísono.
La cierva, que siempre era tranquila y amable, llegó dando saltitos.
"¡Me encanta la luna! Hoy brilla más que nunca. ¿No es hermoso?" - dijo la cierva, mirando hacia arriba.
"¡Así es!" - agregó el búho, que siempre estaba muy atento. "Pero dejen de distraerse, ¡la fiesta comienza pronto!"
Mientras todos se preparaban, el temor se apoderó del pequeño conejo.
"¿Y si la luna se oculta y no podemos bailar?" - preguntó, temeroso.
"No te preocupes, pequeño amigo. La luna siempre vuelve a brillar, así como nosotros volveremos a reunirnos aquí cada año," - le animó el zorro.
Los animales empezaron a bailar y cantar bajo la luz de la luna, creando un espectáculo deslumbrante. Se fueron uniendo más y más animales de diferentes partes del bosque. Entre ellos, estaba el sabio viejo oso, que tocaba un tambor que hizo con troncos.
"¡Bailen, bailen! ¡Que la luna nos dé su energía!" - exclamó el oso.
De repente, un gran murmullo recorrió el aire. Un grupo de animales que nunca habían asistido antes llegó al claro. Eran los leones, que vivían en la parte más lejana del bosque.
"¿Podemos unirnos a la fiesta?" - preguntó el león, algo tímido.
"¡Claro! ¡Bienvenidos!" - gritó la cierva, dándole la bienvenida.
Sin embargo, algunos animales fruncieron el ceño por la llegada de los leones, temerosos de su reputación. El pequeño conejo dijo en voz baja:
"¿No son ellos peligrosos?"
El búho que escuchó, respondió:
"No hay que juzgar a alguien sin conocerlo, amigo. Deberíamos darles una oportunidad."
Así que, con un poco de nervios, los leones se unieron a la fiesta. Al principio, todos estaban un poco incómodos. Pero a medida que la música sonaba y los movimientos de baile se hacían más divertidos, todos comenzaban a relajarse.
De pronto, uno de los leones comenzó a mostrar sus habilidades en el baile, haciendo movimientos impresionantes. Los demás animales lo miraban asombrados.
"¡Eso es increíble!" - aplaudió la cierva.
A medida que avanzaba la noche, las risas y la alegría llenaron el bosque. Todos bailaban juntos, y hasta los animales más tímidos se unieron.
El conejo, que al principio tenía miedo, encontró valor y empezó a saltar con felicidad.
"¡Miren! ¡Puedo bailar también!" - exclamó con alegría.
Al final de la fiesta, el zorro se acercó a los leones.
"Gracias por venir. Se animaron a mostrarnos que somos más que lo que dicen los demás."
"Nos alegra haber podido compartir este momento. A veces, somos un poco diferentes, pero eso no quiere decir que no podamos ser amigos," - dijo el león con una sonrisa.
Y así, bajo el brillo de la luna llena, los animales del bosque aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de la amistad y de no juzgar a los demás antes de conocerlos. Al finalizar la noche, los animales se despidieron, prometiendo verse al año siguiente para celebrar nuevamente la Gran Fiesta de la Luna.
FIN.