La Gran Fiesta de las Sumas en el Bosque Paraguayo
En una pequeña aldea de Paraguay, todos los años se celebraba la Gran Fiesta de las Sumas, un evento muy esperado por todos los niños y niñas del lugar. Este año, la fiesta sería más especial que nunca porque el maestro Ramón había prometido organizar un concurso de matemáticas muy divertido.
Lucía y Tomás, dos amigos inseparables, estaban entusiasmados. Ambos habían estado practicando las sumas con reagrupación y querían demostrar lo que habían aprendido.
"¿Crees que seremos los ganadores, Tomás?" - preguntó Lucía con ojos brillantes.
"Sí, ¡claro que sí! Pero solo si seguimos practicando y hacemos los ejercicios juntos" - respondió Tomás con una sonrisa.
El día de la fiesta, el sol brillaba intensamente y la aldea estaba decorada con banderines de colores. Los niños corrían y jugaban mientras esperaban el inicio del concurso. El maestro Ramón subió a un árbol para que todos pudieran verlo, y comenzó a explicar las reglas.
"Hoy vamos a hacer una competencia de sumas con reagrupación. Cada equipo responderá a varias sumas, y deberán hacerlo rápido y con precisión. ¡Comencemos!" - exclamó el maestro con entusiasmo.
Lucía y Tomás formaron equipo con su amiga Ana. La primera pregunta fue un desafío: "¿Cuántas frutas hay en total si hay 28 mangos y 37 naranjas?". Los tres se miraron y se pusieron a pensar.
"Primero, sumamos las unidades: 8 más 7 es 15. Escribimos 5 y llevamos 1" - dijo Lucía con seguridad.
"Y ahora sumamos las decenas: 2 más 3 más 1 que llevamos, es 6. Entonces la respuesta es 65" - agregó Tomás entusiasmado.
"¡Bien hecho, equipo!" - celebró Ana. Pasaron al siguiente problema, que también fue un éxito, y el equipo comenzó a retarse con las sumas cada vez más difíciles. —
Para sorpresa de todos, llegó un momento en que la competencia se tornó más compleja de lo que esperaban. El maestro Ramón planteó una suma que les dio un poco de miedo: "¿Cuántos caramelos hay si tenemos 156 y 289?" Los niños se miraron, preocupados. No estaba claro cómo resolver eso.
"¿Y si primero sumamos las cifras por separado?" - sugirió Ana. —
"¡Es una buena idea!" - respondió Tomás.
"Entonces empecemos. Sumemos 6 más 9, eso suma 15. Entonces llevamos 1" - explicó Lucía empezando a anotar en un papelito que llevaba.
"Y ahora sumamos 5 más 8 más 1 que llevamos, que da 14. Llevamos otro 1" - dijo Tomás cada vez más animado.
"Ya casi lo tenemos. Y finalmente sumamos 1 más 2 más 1 que llevamos, lo que da 4. Entonces la respuesta es 445" - afirmó Lucía mirando a sus amigos.
Recibieron aplausos del resto de los niños que estaban escuchando y observando su trabajo.
Después de muchas sumas y risas, el maestro Ramón finalmente anunció a los ganadores de la competición:
"¡El equipo de Lucía, Tomás y Ana ha sido el más rápido! ¡Bien hecho!" - exclamó el maestro con una sonrisa.
Los tres amigos celebraron en grande, haciendo una danza de alegría. En ese momento, Tomás dijo:
"Lo más emocionante no fue ganar, sino trabajar juntos.¡Aprendimos mucho en equipo!"
"Sí, ¡las matemáticas son divertidas!" - añadió Ana.
"Vamos a seguir practicando, ¡porque la próxima fiesta será aún mejor!" - concluyó Lucía, emocionada por el futuro.
Y así, en el pequeño bosque paraguayo, además de disfrutar de la Gran Fiesta de las Sumas, los niños no solo aprendieron matemáticas, sino también el valor de la amistad y el trabajo en equipo. Quedaron en compartir sus conocimientos con otros niños y el próximo año irían preparados para más sumas.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.