La Gran Fiesta de los Amigos



En una colorida aula de jardín de infantes, vivían un grupo de amigos muy especiales: Lila, la pequeña coneja, y Tito, el travieso ratón. Todos los días, Lluna, la tortuga, y Bruno, el pájaro, se unían a ellos para jugar y aprender. Un día soleado, Lila tuvo una idea.

- ¡Chicos! ¿Qué les parece si hacemos una gran fiesta para celebrar nuestra amistad? - propuso Lila, mientras saltaba de alegría.

- ¡Sí! ¡Me encanta! - gritó Tito, corriendo en círculos.

Lluna sonrió y dijo:

- Podemos invitar a todos los animales del bosque. Así festejamos con todos nuestros amigos.

Bruno, que estaba volando alrededor, agregó:

- ¡Y también podemos hacer juegos y música!

Decidieron que la fiesta sería el sábado. Todos en el aula trabajaron juntos para preparar todo. Lila recogió flores, Tito hizo una piñata, Lluna cocinó pastelitos y Bruno decoró con globos.

Sin embargo, cuando llegó el día de la fiesta, un nuevo animal apareció en el bosque: ¡era un erizo llamado Enrique! Se veía triste y solitario, mirando desde lejos.

- ¿Quién es ese? - preguntó Tito, señalando a Enrique con su patita.

- No lo sé. Nunca lo hemos visto antes - respondió Lila, confundida.

- Quizás tenga miedo de unirse. - sugirió Lluna, preocupada.

Pero el grupo no estaba seguro de cómo acercarse. Se pusieron a hablar entre ellos,

- ¡No podemos invitarlo! - exclamó Tito. - ¡No lo conocemos!

- Pero lo que sí sabemos es que nadie debería estar solo en una fiesta. - dijo Lila con firmeza. - ¡Vamos!

Entonces, los cuatro amigos se acercaron despacito a Enrique

- Hola, somos Lila, Tito, Lluna y Bruno. - dijo Lila, sonriendo. - ¿Te gustaría venir a nuestra fiesta?

Enrique miró sorprendido y respondió tímidamente:

- No sé... No tengo amigos y no sé jugar.

- No te preocupes, aquí todos somos amigos. ¡Te enseñaremos! - exclamó Bruno, volando en círculos a su alrededor.

Enrique, poco a poco, se animó y decidió seguir a los nuevos amigos. Cuando llegaron a la fiesta, los demás animales lo miraron con curiosidad, pero no tardaron en ponerlo al día con los juegos y la música.

La piñata estaba lista, y todos se turnaron para golpearla. Cuando al fin se rompió, colores y dulces cayeron a sus pies. Todos reían y compartían.

Enrique, aunque al principio estaba nervioso, se unió a los juegos y hasta salió campeón en una carrera de sacos. Todos vitoreaban:

- ¡Hurra por Enrique! ¡Eres un gran amigo!

Al final de la fiesta, con el sol poniéndose, todos se reunieron para despedirse.

- Gracias por invitarme. Nunca pensé que podría divertirme tanto. - dijo Enrique, con una sonrisa brillante.

- ¡Todos merecen ser parte de la diversión! - respondió Lila, dándole una suave palmadita en la espalda. - Recuerda, ¡la amistad es para todos!

Y así, los cuatro amigos aprendieron que el respeto y la inclusión son la base de la verdadera amistad. Desde ese día, Enrique se unió a sus juegos, y nunca más se sintió solo.

Y así, el aula de jardín de infantes se llenó de risas, colores y un montón de amigos, porque todos aprendieron que con respeto y alegría, siempre hay espacio para más corazones.

Fin.

FIN.

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