La Gran Fiesta de los Amigos del Pacífico
Había una vez un país llamado Perú, que estaba lleno de montañas, selvas y playas. Un día, Perú recibió una invitación para una gran fiesta llamada APEC. Esta fiesta era muy especial porque todos los países que vivían cerca del Océano Pacífico se reunían para celebrar su amistad y compartir lo mejor de sus culturas.
Los habitantes de Perú estaban emocionados, pero también un poco preocupados. "¿Cómo vamos a preparar algo tan grande?" preguntó una niña llamada Sofía, al escuchar la noticia. Su amigo, Tomás, intentó animarla.
"No te preocupes, Sofía. Podemos unirnos todos y hacer algo increíble" - dijo Tomás.
Entonces, Sofía y Tomás decidieron invitar a todos sus amigos de la aldea. Juntos, formaron un equipo. Los peruanos eran conocidos por su alegría, y sabían que esta era una oportunidad para mostrar al mundo lo que sabían hacer.
"¡Vamos a bailar y preparar deliciosos platillos!" - sugirió Pablo, un niño que sabía mucho sobre la comida típica.
"Yo puedo ayudar con la música!" - se ofreció Carla, que tocaba la guitarra como nadie.
Todos comenzaron a trabajar. La señora Rosa, que hacía las mejores empanadas de la región, se unió al grupo.
"Yo traeré mi receta secreta y enseñaré a todos a hacerlas" - exclamó con una sonrisa.
Mientras tanto, en el otro extremo del océano, los demás países estaban haciendo lo mismo. Japón estaba preparando sushi, Chile estaba cocinando empanadas de mariscos y México, unos ricos tacos.
Finalmente llegó el gran día. Perú lucía hermoso con banderas de distintas naciones decorando las calles. Cuando los invitados comenzaron a llegar, todos se sintieron un poco nerviosos. La fiesta era muy grande, y representaba a todos los países del Pacífico.
"¡Hola!" - saludó una niña de Japón, al ver a Sofía y Tomás.
"¡Hola! Soy Sofía, y él es Tomás. ¡Bienvenidos a nuestra fiesta!" - respondieron ellos, con entusiasmo.
Al principio, todos estaban un poco reservados y se formaban grupos. Pero, a medida que empezaron a compartir sus comidas y sus danzas, algo mágico sucedió. La música de Carla invitó a todos a bailar juntos.
"¡Vamos a hacer una gran danza unida!" - propuso Tomás cuando vio que la danza del Perú se unía con un baile tradicional de México.
Los niños comenzaron a bailar y compartir sonrisas, y pronto todos estaban en la pista de baile, riendo y disfrutando.
"No sabía que eran tan geniales!" - dijo la niña japonesa mientras giraba en un baile.
"¡Y nosotros no sabíamos que ustedes hacían sushi tan rico!" - contestó Sofía, probando un delicioso bocado.
La fiesta continuó con canciones, comidas y juegos de todos los países. Pero, de repente, se escuchó un gran estruendo. Todos miraron hacia la playa, donde una ráfaga de viento había llevado voladores y decoraciones en todas direcciones.
"¡Oh no!" - exclamó Carla, preocupada.
"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Pablo, asustado.
Fue entonces cuando todos los países se unieron. La niña japonesa, Carla, Pablo y Sofía miraron a su alrededor.
"Si trabajamos juntos, ¡podemos recoger todo!" - sugirió la niña japonesa.
"¡Sí!" - dijeron todos a la vez.
Así que unieron fuerzas. Cada país fue ubicando sus cosas y ayudando a los demás. En poco tiempo, todo quedó como antes.
"¡Lo logramos!" - gritó Sofía con alegría.
"Esto es lo que significa ser amigos, ¿no?" - dijo Tomás.
Finalmente, la fiesta continuó, aún más brillante que antes. Todos entendieron que la verdadera amistad es la que supera obstáculos y se celebra en unidad.
"¡Gracias, Perú!" - dijo la niña japonesa.
"¡Gracias a todos ustedes!" - respondieron los peruanos, sonriendo.
Esa noche, todos se prometieron seguir siendo amigos, incluso después de que la fiesta terminara. Y así, Perú y los países del Pacífico prometieron unirse en futuras celebraciones.
Con risas y abrazos, la Gran Fiesta de los Amigos del Pacífico se convirtió en una celebración que viviría en sus corazones para siempre.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.