La Gran Fiesta de los Colores



Había una vez en un hermoso bosque lleno de árboles, flores y animalitos, donde los colores cobraban vida. En este mágico lugar vivía una pequeña mariposa llamada Lila, que era muy curiosa. Un día, Lila decidió que iba a organizar una fiesta para que todos los colores del bosque se juntaran y jugaran.

- ¡Voy a invitar a todos los colores! - exclamó emocionada. - ¡Va a ser la mejor fiesta del mundo!

Lila voló de un lado a otro, comenzando su aventura. Primero, encontró al color Rojo, que era un valiente pajarito.

- ¡Rojo, ven a mi fiesta! - dijo Lila.

- ¡Claro! - respondió Rojo. - Pero sólo si puedo llevar a mis amigos, los tomates y las fresas.

- ¡Perfecto! Cuantos más, mejor - respondió Lila, sonriendo.

Siguió volando y se encontró con el color Azul, el pez más rápido del lago.

- ¡Azul! - gritó Lila. - ¿Vas a venir a mi fiesta? -

- Sí - dijo Azul. - Pero solo si puedo llevar a mis amigos, las olas y el sol.

- ¡Eso suena genial! - dijo Lila, llena de alegría.

Después, Lila se encontró con Verde, un simpático sapo que croaba felizmente.

- ¡Verde! - dijo Lila. - ¡Vas a venir a mi fiesta, verdad?

- ¡Por supuesto! - contestó Verde. - Pero quiero que mis amigos, las hojas y los árboles, también vengan.

- ¡Lindo! - exclamó Lila. - ¡Cuantos más, mejor!

Sin embargo, cuando Lila fue a invitar a Amarillo, el color del sol, este no estaba de buen humor.

- ¡Hola, Amarillo! - dijo Lila. - ¿Vas a venir a mi fiesta? -

- No, Lila. - dijo Amarillo, mirando al suelo. - Nadie quiere jugar conmigo porque dicen que soy muy brillante.

Lila se preocupó por su amigo.

- ¡Amarillo! - dijo. - Tu brillo es especial y trae luz a nuestros días.

- ¿De verdad? - preguntó Amarillo, algo sorprendido.

- ¡Sí! - respondió Lila. - Si vienes a la fiesta, todos se darán cuenta de lo importante que sos. ¡Te necesito!

Amarillo sonrió por primera vez.

- Está bien, iré. - dijo con voz suave.

Lila se sintió aliviada y muy feliz de tener a todos los colores para su fiesta. Finalmente, llegó el gran día. Los colores empezaron a llegar al claro del bosque.

El Rojo llegó primero con una torta de fresas, el Azul se sumergió en el lago y emergió con un chorro de agua que refrescó a todos. El Verde saltó entre las hojas y trajo consigo una red llena de mariposas que hacían coloridos juegos en el aire. Mientras los amigos se saludaban y compartían risas, Amarillo llegó y llenó el claro del bosque con su luz brillante.

- ¡Miren, llegó Amarillo! - gritó Lila. Todos aplaudieron y se reunieron alrededor de él.

- ¡Qué lindo que estés aquí! - dijo Rojo. - ¡Tus rayitos hacen que todo brille!

- Sí, Amarillo, ¡sos una parte esencial de nuestro bosque! - agregó Verde.

Amarillo se sintió feliz y comprendido.

- Gracias, amigos - dijo él, iluminando el lugar con su brillo. - Siempre pensé que era demasiado brillante, pero hoy me doy cuenta de que mi luz ayuda a que todos los colores sean más hermosos.

La fiesta continuó, llena de baile y risas, donde cada color mostró su personalidad especial. Al final del día, cada uno se fue a casa con una sonrisa en el rostro y un nuevo aprecio por los colores, reconociendo que todos eran únicos y esenciales en la hermosa paleta de su bosque.

- ¡Nunca jamás duden de su brillo! - gritó Lila mientras todos se despedían.

Y así, los colores del bosque aprendieron que cada uno, sin importar lo diferente que sea, tiene su lugar especial en el mundo. Y la fiesta de los colores se convirtió en una tradición que celebraron cada año con alegría y amor.

FIN.

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