La Gran Fiesta de los Monstruos



Era una noche oscura y llena de magia cuando, en el corazón del Bosque Encantado, todos los monstruos decidieron celebrar la Gran Fiesta Monstruosa. La luna brillaba en el cielo, y los árboles susurraban secretos al viento.

- ¡Vamos a hacer ruido! - dijo Greta, la ghoul, mientras golpeaba el suelo con sus pies.

- ¡Sí, a tambalear como monstruos! - contestó Martínez, el monstruo de las nieves, dando un paso enérgico que hacía temblar el suelo.

Pero no solo los monstruos estaban listos para la fiesta. Desde un rincón, una vieja bruja con un sombrero puntiagudo volaba en su escoba, observando con curiosidad.

- ¡Miren a esos monstruos tan divertidos! - exclamó la bruja Bebé.

- Vení a bailar con nosotros, viejita - gritó Lucho, el esqueleto, moviéndose rítmicamente con su música fantasmagórica.

La Bruja Bebé descendió despacio, aterrizando con gracia. - ¡Claro que sí! ¡Vamos a volar y a danzar juntos! - dijo, y con un toque de su varita, hizo que el lugar brillara.

De repente, un aullido resonó. Era Hugo, el hombre lobo, que se unió a la fiesta aullando con alegría.

- ¡Aúúú! ¡Hay que bailar al ritmo del bosque!

Caminando torpemente, llegaban dos zombis, Juan y Ana, que se acercaron arrastrando los pies. - ¡También queremos divertirnos! - exclamaron en coro, mientras intentaban seguir el ritmo de la música.

Mientras tanto, en la cima de un árbol, una araña llamada Carla miraba a todos. - ¿Por qué no puedo ser parte de la diversión? - se preguntó.

Aprovechando su agilidad, comenzó a bajar por su telaraña con movimientos graciosos. - ¡Puedo arrastrarme y hacer acrobacias! - dijo sonriendo.

Los monstruos, al ver a Carla, animaron, - ¡Unámonos todos a la fiesta! - y comenzaron a moverse juntos, creando una gran coreografía en la que cada uno mostraba su talento.

- ¡Es increíble! - exclamó la Bruja Bebé. - Cada uno trae su propio ritmo. ¡Tanto ser diferente es lo que hace que esto sea tan especial!

Tanto así que, cuando un fantasma llamado Pancho apareció flotando por allí, todos lo recibieron con los brazos abiertos.

- ¡Ríete y baila con nosotros! - le dijeron los monstruos, mientras el fantasma soltaba risas que sonaban como campanillas.

La fiesta continuó, y cada monstruo mostró sus habilidades. Desde el aullido de Hugo hasta la risa de Pancho, cada uno se sintió valorado y querido por los demás.

Pero, de repente, comenzó a llover, y todos se miraron preocupados.

- ¡Oh no! ¡La fiesta se va a arruinar! - dijo Lucho.

- No se preocupen - dijo la Bruja Bebé con una sonrisa mágica. - ¡Con mis hechizos, podemos hacer que la lluvia se convierta en fuego de colores! - Y así lo hizo; en un instante, la lluvia se transformó en luces brillantes que resbalaban como fuego en el suelo.

- ¡Esto es increíble! - gritaron todos.

- ¡Bailen en la lluvia de colores! - sugirió Carla, la araña, arrastrándose rápidamente mientras todos la seguían.

La diversión continuó hasta que la luna se ocultó detrás de las nubes. Al final de la fiesta, todos estaban cansados pero felices. Se miraron y comprendieron algo importante: cada uno era especial a su manera, y juntos, formaban un equipo único.

- ¡Prometamos volver a reunirnos todos los años! - sugirió Martínez, el monstruo de las nieves.

- ¡Sí! - gritaron a coro todos los monstruos, mientras se despidieron con abrazos y risas. La fiesta había sido un éxito, y todos aprendieron que la diversidad es lo que hace que nuestras vidas sean más emocionantes.

Y así, bajo el cielo estrellado, prometieron reunirse una vez más, esta vez para celebrar la belleza de ser diferentes, pero siempre unidos.

Fin.

FIN.

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