La Gran Fiesta de los Monstruos Coloridos



Era una vez en la colorida ciudad de Risaville, donde los payasos, los niños y los muñecos vivían en perfecta armonía. Cada año, se celebraba una gran fiesta llamada ‘La Fiesta de los Monstruos Coloridos’, donde todos se disfrazaban de sus monstruos favoritos y disfrutaban de juegos, risas y dulces.

Un día, mientras los niños comenzaban a prepararse para la fiesta, los payasos del pueblo recibieron una noticia alarmante. Un viejo y temido monstruo de la oscuridad, llamado Sombría, había decidido robarse la alegría de la fiesta. Sombría era un monstruo grande y animal, con ojos brillantes como faros y dientes que parecían hacer sombra en la noche. Pero, a pesar de su apariencia aterradora, había algo que Sombría realmente deseaba: amigos.

- “¡Oh no! Si Sombría llega a la fiesta, ¡no habrá más risas! ” - exclamó Payaso Pompón, preocupado.

- “No debemos dejar que eso suceda. ¿Y si hacemos un plan para invitar a Sombría a unirse a nosotros? ” - sugirió Payasa Carcajada, siempre optimista.

Mientras tanto, los niños, al enterarse de la llegada de Sombría, comenzaron a temerle. Muchos dijeron que era mejor hacer correr rumores sobre cómo su llegada traería arrepentimiento y, quizás, hasta fatalidad.

- “No, no, no hay que asustarse. Todos merecen una oportunidad de ser amigos” - dijo Lucas, un niño valiente que siempre había tenido curiosidad por los seres diferentes.

Entonces, decidió acercarse a Sombría.

- “Hola, Sombría. ¿Te gustaría venir a nuestra fiesta? ” - le preguntó Lucas, con una sonrisa.

Sombría se sorprendió al escuchar tal invitación. Nadie le había preguntado eso antes.

- “¿Yo? ¿A una fiesta? Pero, ¿no tendré miedo? ” - contestó el monstruo, titubeando.

Lucas movió la cabeza, decidido.

- “No tienes por qué tener miedo. Todos aquí somos amigos, y queremos compartir un momento divertido contigo.”

Sombría se quedó en silencio un momento, procesando las palabras del niño.

- “¿De verdad? Pero… soy un monstruo…” - dijo con voz temblorosa.

En ese instante, Payaso Pompón y Payasa Carcajada se unieron.

- “¡Claro! ¡Los monstruos también pueden ser parte de la diversión! ” - dijeron al unísono, sonriendo de oreja a oreja.

Después de un rato de dudas, Sombría aceptó la invitación. Pero había un pequeño problema: Sombría tenía una particularidad: cada vez que reía, una pequeña chispa de luz se escapaba de su enorme boca, y se cubría de un líquido color rojo que parecía sangre.

Al llegar la noche de la fiesta, los niños estaban ansiosos, pero también un poco asustados. Cuando Sombría apareció, muchos gritaron, pero Lucas, con su voz firme, le habló a todos.

- “Esperen, este es nuestro nuevo amigo. ¡Bienvenido, Sombría! ”

Una vez dentro de la fiesta, sorprendió a todos cuando empezó a reír. Las chispeantes luces que salían de su boca llenaron el aire de un brillo mágico. La mezcla de colores, junto con el líquido rojo que, al final, resultó ser una miel deliciosa, hizo que todos comprendieran que no había de qué temer.

- “¡Pero esto es increíble! ” - exclamó Carina, una niña que no paraba de bailar.

La alegría reinó al instante. Los niños comenzaron a jugar al escondite, mientras Sombría les enseñaba a moverse como él. Los payasos hicieron trucos de magia, y juntos, crearon un espectáculo de luces que iluminó la noche como nunca antes.

En un giro inesperado, los muñecos de la fiesta, que estaban un poco celosos, se unieron también y organizaron una competencia de baile entre Sombría y el payaso más torpe de todos, Payaso Trompita.

- “¡No puedo creer lo divertido que es! ” - dijo Sombría, riendo y chispeando luz por todos lados, mientras la miel dulzona llenaba el aire con su aroma.

Al final de la noche, todos comprendieron una valiosa lección: no debían juzgar a alguien por su apariencia, y que cada uno, sin importar los miedos o diferencias, podía ser parte de la alegría.

La Fiesta de los Monstruos Coloridos se convirtió en la celebración más memorable para todos, donde la amistad, la risa y el amor brillaron más que nunca. Y así, Sombría encontró su lugar en el corazón de todos, convirtiéndose en el mejor amigo de Risaville.

Desde aquel día, Sombría nunca volvió a sentir soledad, y todos aprendieron a abrazar la diversidad, celebrándolo cada año como un nuevo monstruo invitado a sus corazones.

FIN.

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