La Gran Fiesta de Nicolás
Había una vez un bebé llamado Nicolás, que estaba por cumplir su primer año de vida. Era un niño muy curioso y siempre buscaba nuevas aventuras para explorar.
Sus padres decidieron organizar una fiesta de cumpleaños en el jardín, invitando a sus compañeritos del jardín. El día del cumpleaños llegó y el jardín se llenó de risas y alegría. Benja, Vitto, Maicol, Antonio, Noah, Ciro, Gael, Morena, Isabella, Camila y Emilia estaban emocionados por la fiesta.
Había juegos inflables para saltar y muchos juguetes para compartir. Nicolás no podía esperar más y decidió empezar las travesuras con sus amigos. Primero fueron al arenero a construir castillos de arena.
Todos se divertían mucho hasta que Ciro tuvo la brillante idea de arrojar arena hacia el aire como si fuera lluvia. Los demás bebés rieron a carcajadas mientras la arena caía sobre ellos. Después de jugar en el arenero, decidieron subirse a los columpios.
Pero en lugar de balancearse tranquilamente como solían hacerlo, empezaron a competir para ver quién alcanzaba mayor altura. Los papás miraban asombrados cómo los pequeños se impulsaban cada vez más alto en los columpios.
Luego fue el turno de la torta de cumpleaños. La mamá de Nicolás había preparado un pastel enorme con velitas coloridas encima.
Pero antes incluso de cantarle "feliz cumpleaños", los niños ya habían metido sus manitos en la torta y comenzaron una guerra de crema y merengue. Todos estaban cubiertos de dulce y reían sin parar. Después de tanta diversión, decidieron ir a explorar el jardín en busca de insectos y flores.
Nicolás encontró una mariquita y la mostró emocionado a sus amigos. Juntos se acercaron con cuidado para observarla, pero Benja, que era muy travieso, sopló suavemente haciendo volar a la mariquita. Los bebés corrieron detrás del insecto riendo mientras intentaban atraparlo.
Finalmente, cuando los padres llamaron a los niños para despedirse, todos se abrazaron y prometieron volver a jugar muy pronto. Aunque habían hecho muchas travesuras durante la fiesta de cumpleaños de Nicolás, también habían aprendido importantes lecciones sobre amistad y diversión.
Nicolás estaba feliz por haber compartido un día tan especial con sus amigos. Se dio cuenta de que las travesuras pueden ser divertidas, pero también es importante respetar los límites y cuidarse mutuamente.
Al final del día, todos se fueron con una sonrisa en el rostro y recuerdos inolvidables en su corazón.
Desde aquel día, Nicolás siguió siendo un niño curioso e intrépido, pero siempre recordaba las enseñanzas de aquella fiesta: divertirse sin hacer daño a los demás y valorar la amistad verdadera. Y así fue como Nicolás vivió muchas más aventuras junto a sus compañeritos del jardín.
FIN.