La Gran Fiesta del Bosque
Había una vez, en un frondoso bosque lleno de vida, una pequeña comunidad de animales que vivían en armonía. Entre ellos estaban Lía, una curiosa ardillita; Bruno, un fuerte ciervo; y Tino, un sabio búho. Un día, Lía propuso organizar una gran fiesta para celebrar la amistad entre todos los habitantes del bosque.
"- ¡Demos una fiesta!" – exclamó Lía con entusiasmo.
"- Me parece una idea maravillosa, pero necesitamos asegurarnos de que todos los animales participen y ayuden a prepararla", dijo Tino, moviendo su cabeza con sabiduría.
"- ¡Exactamente!" – añadió Bruno – "Si todos aportamos un poco, será inolvidable".
Así, los tres amigos comenzaron a repartir tareas entre los demás animales. El zorro se encargó de la música, las liebres de la comida y los pájaros de la decoración. Todos estaban muy emocionados y prometieron hacer un esfuerzo para que la fiesta fuera perfecta. Sin embargo, a medida que pasaban los días, notaron que algunos animales no estaban comprometidos.
"- ¿Por qué no veo a los erizos ayudando en la preparación?" – preguntó Lía, un poco preocupada.
"- Creo que están demasiado ocupados buscando comida", sugirió Bruno.
"- Pero si no colaboran, la fiesta no será tan divertida" – agregó Tino, reflexionando.
Los tres decidieron visitar a los erizos. Al llegar, los encontraron discutiendo sobre cuál era la mejor comida para llevar a la fiesta.
"- ¡Hola, amigos! ¿Necesitan ayuda?" – ofreció Lía con una sonrisa.
"- ¡Hola! La verdad es que no hemos tenido tiempo para pensar en la fiesta" – respondió uno de los erizos, algo avergonzado.
Lía sintió que era importante recordarles la importancia de la responsabilidad y el compromiso. "- Todos tenemos que ayudar, ¡así podremos disfrutar todos juntos! No es solo una fiesta, es una oportunidad para unirnos y ser amables unos con otros".
Los erizos, al escuchar esto, se sintieron mal por no haber participado. "- Tienes razón, Lía. Venga, vamos a buscar algunas deliciosas moras y cosecharlas juntos". Así, unieron fuerzas y pronto se fueron a buscar moras a la parte más alejada del bosque.
Cuando llegaron al arbusto de moras, notaron que estaba cubierto de espinas y lo hacía difícil de alcanzar. Los erizos estaban a punto de rendirse, pero Lía, recordando lo que los animales habían dicho sobre el trabajo en equipo, afirmó:
"- ¿Qué tal si trabajamos juntos? Podemos armar una cadena: yo me subo y recojo las moras, mientras ustedes me pasan las más bajitas".
Carlos, uno de los erizos, se animó: "- Sí, eso suena bien. Yo me encargaré de quitar las espinas, mientras vos las recogés". Con esta idea, comenzaron a trabajar unificados y, en poco tiempo, recolectaron un montón de ricas moras.
Días después, se acercó el gran día de la fiesta. Todo el bosque estaba adornado de colores y se sentía la alegría en el aire. Sin embargo, a mitad de la fiesta, un fuerte viento comenzó a soplar, y los adornos de las ramas volaban por todos lados.
"- ¡Ay no! ¡Todo nuestro trabajo se va a arruinar!" – gritó Tino, preocupado.
Bruno no se quedó de brazos cruzados. "- ¡Vamos! Necesitamos ayudar a que todos los adornos estén seguros. Yo puedo sostener los más grandes, Lía, podés ayudar a colgar los que están a media altura, y los erizos, ustedes agárrense de las decoraciones más pequeñas".
"- Siiiii, vamos, rápido!" – animó Lía.
"- Todos en equipo, que se caiga el viento, pero no nuestra fiesta" – sonrió Carlos.
Así, entre risas y trabajo en conjunto, cada animal encontró su lugar y recordó que el respeto, la responsabilidad y la amabilidad eran la clave para solucionar los problemas. Finalmente, el viento se calmó, y todos regresaron a disfrutar de la fiesta, fortalecidos por lo que habían aprendido.
Después de un día lleno de risas y baile, los animales se sentaron alrededor de una gran fogata y Lía dijo:
"- Gracias a todos por ser tan increíbles. Hoy, no solo celebramos la amistad, sino la fuerza de trabajar juntos. ¡Que siempre recordemos esto!".
Y así, en el corazón de ese bosque, no solo quedó la memoria de una gran fiesta, sino también una valiosa enseñanza sobre el respeto, la responsabilidad, el compromiso y la amabilidad. A partir de aquel día, la comunidad de animales se volvió aún más unida y cada año celebraban La Gran Fiesta del Bosque, recordando lo más importante: compartir y ayudarse unos a otros.
FIN.