La Gran Fiesta del Bosque



En un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores coloridas, vivían un grupo de amiguitos. Ramón, el conejo, era muy veloz; Carla, la tortuga, era tranquila y sabia; Lucas, el pájaro, cantaba como nadie, y Nina, la ardilla, siempre tenía nueces para compartir.

Un día, mientras todos jugaban cerca de un arroyo, Ramón propuso una idea emocionante: "¡Hagamos una gran fiesta para celebrar nuestra amistad! ¡Invitemos a todos los animales del bosque!"

Todos se pusieron muy contentos con la idea y comenzaron a planear. Pero cuando fueron a buscar decoraciones, Nina notó que había un problema. "¡Oh, no! ¡No tenemos luces! Y la fiesta será de noche" dijo preocupada.

Carla, con su sabiduría, sugirió: "Podemos hacer luces con hojas y flores brillantes. Yo puedo ayudar a recolectarlas, pero necesitaré a alguien que me alcance las más altas".

Ramón, siempre apurado, dijo: "Yo puedo ir a buscar las hojas altas. ¡No hay problema!" Pero cuando intento saltar, se dio cuenta de que no llegaba.

"¡Ay, Ramón! Tal vez debas pedir ayuda a Lucas. Él vuela y puede alcanzar lo que tú no" le recomendó Nina.

Así que Ramón, un poco apenado, dijo: "Lucas, ¿podrías ayudarme a traer las hojas más altas?" "¡Por supuesto!" contestó Lucas, volando alto y trayendo muchas hojas.

Juntos, comenzaron a decorar el lugar. Estaban muy emocionados con su trabajo, pero cuando llegó la tarde, se dieron cuenta de que necesitaban algo más.

"¡Necesitamos comida para la fiesta!" dijo Carla.

Nina, con su energía, ofreció: "Yo puedo ir a buscar nueces, pero me gustaría llevar a Ramón conmigo, para que me ayude a cargar. No quiero que me quede muy pesado".

"Claro que sí, Nina! Contá conmigo" respondió Ramón, feliz de ser útil.

Ambos se fueron al árbol más grande para recolectar nueces, pero justo ahí encontraron a Tobi, el erizo, atrapado entre las ramas.

"¡Ayuda!" gritaba Tobi. "No puedo salir de aquí".

Ramón, entusiasmado por ayudar, intentó jalar de las ramas, pero no pudo. "Creo que no puedo solo..." dijo triste.

Carla, que había llegado después, se acercó y observó. Decidió que era mejor usar sus habilidades. "Ramón, ¡ven! Podemos trabajar juntos. Tú empuja desde allí y yo intentaré liberar las ramas".

Con la ayuda de ambos, lograron liberar a Tobi, quien estaba muy agradecido. "¡Gracias, amigos! No sé qué habría hecho sin ustedes" dijo con lágrimas en los ojos.

"¡No hay de qué!" contestó Nina. "Siempre hay que ayudar a un amigo".

Finalmente, lograron regresar a la fiesta con un montón de nueces, y el lugar estaba lleno de luces y risas. La fiesta comenzó y todos estaban contentos. Tobi también se unió, ahora con el corazón lleno de alegría.

Mientras bailaban y compartían historias, Ramón hizo un brindis: "Por la amistad, la solidaridad y la empatía, que siempre deben estar en nuestros corazones".

Y así, con cada jugueteo y risa, aprendieron que juntos podían superar cualquier desafío, y que ayudar a otros siempre traía recompensa y felicidad.

¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado! Que cada vez que un amigo te necesite, tú estés ahí para ayudarlo, ¡como cuando un buen grupo de animales se une para una gran fiesta!

FIN.

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