La Gran Fiesta del Color
En un rincón mágico del bosque, donde el arroyo susurraba y los árboles bailaban al viento, vivía una traviesa foca llamada Sofía. Sofía era la más curiosa de su grupo. Un día, mientras se asoleaba en una piedra junto al río, notó algo brillante en el fondo del agua. "¡Miren eso!" -exclamó. "¡Es un color!" -dijo emocionada.
No muy lejos, un conejo llamado Roco estaba saltando por el prado. "¿Qué color es?" -preguntó curioso mientras se acercaba nadando. "No lo sé, pero me encantaría verlo más de cerca" -respondió Sofía.
Mientras exploraban juntos, se dieron cuenta de que no era un solo color, sino varios. Fascinados, buscaron más colores en el agua y entre las flores. Encontraron el rojo, el azul y el amarillo, los colores primarios. "¿Qué pasaría si mezclamos estos colores?" -se preguntó Roco con ojos brillantes.
"¡Vamos a averiguarlo!" -dijo Sofía. Juntos, llenaron unos botes con agua del arroyo y los pintaron con los colores primarios:
*El rojo de una flor,
*El azul del cielo,
*El amarillo de un girasol.
"Ahora, mezclemos un poco de rojo con amarillo", sugirió Roco. Al instante, el agua se volvió naranja. "¡Mirad, un nuevo color!" -gritaron. Sofía y Roco se miraron con alegría e hicieron lo mismo con el azul y el amarillo, creando un hermoso verde. "¡Esto es increíble!" -dijo Sofía mientras se revolcaba en la hierba.
El entusiasmo contagió a otros animales del bosque. Vino la tortuga Tita, el pájaro Pipo y hasta el erizo Héctor. "¿Qué están haciendo?" -preguntó Tita. "¡Estamos descubriendo nuevos colores!" -respondió Sofía. "¿Quieren unirse?"
Tita sonrió y se unió a ellos. "¡Podemos pintarnos el pelaje!" -dijo Pipo, abriendo sus alas con emoción. "Sí, ¡vos tenés que ser de color arcoíris!" -agregó Roco entre risas.
Ya organizados en un equipo, empezaron a pintar sus pelajes: Sofía eligió un brillante color verde que creaba brillo bajo el sol. Roco, ansioso, se pintó de naranja. Tita se decidió por un azul suave. Y así, entre risas y juegos, los colores empezaron a llenar el bosque.
Sin embargo, todo se complicó cuando, mientras pintaban a Héctor de un intenso violeta, la mezcla resultó demasiado oscura y terminó manchando a Roco. "¡Ay, no!" -gritó el conejo. "¡Estoy todo sucio!"
Sofía se acercó y le dijo: "No te preocupes, Roco.
Podemos solucionarlo. ¡Mezclamos el color violeta con el amarillo!" -propuso. Y efectivamente, así crearon un hermoso color dorado. "¡Mirá, ¡roya! ¡Ahora sos un conejo dorado!" -dijo Pipo.
Roco rió y olvidó su mal momento. A medida que pasaban las horas, el... bosque comenzaba a verse como un arcoíris. Pero no solo de esos colores vibrantes; también empezaron a suceder cosas curiosas. Un camaleón llamado Kiki apareció. "¿Qué están haciendo?" -preguntó con sorpresa al verlos tan coloridos. "¡Estamos creando el bosque más colorido de todos!" -dijo Tita.
"¿Puedo unirme?" -preguntó Kiki, que siempre había sido de colores cambiantes. "¡Claro!" -exclamó Sofía, emocionada. "¡Tú puedes ser el primer camaleón arcoíris!"
Sin embargo, cuando Kiki comenzó a mezclar sus colores, algo mágico sucedió. Cada vez que Kiki cambiaba de color, la luz del sol brillaba luzente y hacía que los demás animales se sintieran aún más felices.
"¡Este es el poder del color!" -dijo Pipo, asombrado.
Finalmente, al caer el sol, todos decidieron hacer una fiesta en el bosque para celebrar su descubrimiento. Invitaron a todos los animales y pusieron música de la naturaleza. La fiesta se llenó de risas y bailes. Sofía, Roco, Kiki y los demás compartieron historias sobre colores, mezclas y amistad.
"¡Mañana podemos seguir explorando colores juntos!" -dijo Sofía. "¡Sí! ¡¡El arcoíris nunca se detiene! !" -gritó Roco con alegría.
Y así, entre colores y risas, descubrieron que la verdadera magia no solo estaba en los colores, sino en la alegría de estar juntos. Desde aquel día, el bosque nunca dejó de ser colorido y lleno de vida, porque todos habían aprendido que los colores podían unirse como ellos: diferentes, pero siempre juntos.
FIN.