La Gran Fuga de la Heladera


Había una vez en la heladera, tres amigos muy diferentes: una palta, una frutilla y un zapallo.

La palta era verde y suave al tacto, la frutilla roja y dulce, mientras que el zapallo tenía una piel dura y naranja. A pesar de sus diferencias, los tres se llevaban muy bien. Un día, mientras estaban en la heladera, escucharon hablar a las zanahorias sobre lo aburrido que era estar siempre allí dentro.

La palta, la frutilla y el zapallo comenzaron a pensar: ¿y si intentamos escapar de aquí? La idea les pareció emocionante pero también peligrosa.

¿Cómo podrían escapar sin ser vistos por los humanos? Después de mucho pensarlo llegaron a una conclusión: debían esperar hasta la noche para empezar su aventura. Cuando todos los humanos estuvieron dormidos y nadie miraba hacia la heladera, rápidamente salieron de ella.

Pero apenas habían avanzado unos centímetros cuando se encontraron con un gran obstáculo: ¡la pared! La palta dijo "¿Y ahora qué hacemos? No podemos trepar esta pared tan alta. "La frutilla contestó "Pero si nos quedamos aquí no podremos hacer nada".

El zapallo tuvo una idea "¡Ya sé! Podemos usar mi cáscara como bote para navegar por encima del agua". Los tres amigos juntos armaron un plan ingenioso para salir de allí utilizando lo mejor que tenían cada uno. Así fue como comenzaron su aventura en el mundo exterior.

Descubrieron muchas cosas nuevas e interesantes fuera de la heladera: los rayos de luna, las estrellas brillantes, el viento fresco en sus caras. Pero también se dieron cuenta de lo difícil que era ser diferentes.

La palta decía "Me siento extraña cuando la gente me mira". La frutilla agregaba "Yo también, pero nunca debemos olvidar que nuestra diversidad es lo que nos hace especiales". El zapallo concluía "Exacto. Debemos estar orgullosos de ser quienes somos y seguir adelante juntos".

Finalmente, después de muchas aventuras y desafíos, nuestros amigos decidieron regresar a la heladera. Pero esta vez no se sentían tan aburridos como antes. Ahora sabían que aunque eran diferentes, podían trabajar juntos para lograr grandes cosas.

Y así fue como la palta, la frutilla y el zapallo aprendieron una valiosa lección sobre la amistad y el valor de ser uno mismo.

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