La Gran Limpieza del Colegio



Era un hermoso día soleado en el colegio San Martín. Freider, un chico entusiasta, estaba preocupado por el aspecto de su querido colegio. A su alrededor, las hojas caídas cubrían el suelo y algunos papeles desechados se amontonaban en rincones. Decidido a hacer un cambio, convocó a sus amigos José, Génesis, Hillary y Sergio.

- ¡Chicos! - exclamó Freider mientras todos se reunían en el patio. - Creo que nuestro colegio necesita una gran limpieza. ¿Qué dicen?

- ¡Me parece una genial idea! - dijo José. - Un lugar limpio es un lugar feliz.

- Además, podríamos hacer que sea divertido - añadió Génesis con una sonrisa.

- ¡Amo los desafíos! - gritó Hillary. - ¡Contenme cuándo empezamos!

- Estoy dentro - dijo Sergio, ajustándose la gorra. - Pero debemos prepararnos.

Así fue como los cinco amigos se pusieron manos a la obra. Organizaron un día especial de limpieza y repartieron tareas. Cada uno tenía algo que contribuir. Freider se encargó de diseñar carteles que animaran a los demás a unirse, José traería la música para hacer el trabajo más divertido, Génesis se ocuparía de los refrescos, Hillary haría arte con los carteles y Sergio se aseguraría de que todos tuvieran guantes y bolsas de residuos.

El día de la limpieza llegó, y al comienzo, solo un puñado de compañeros se presentó.

- No te preocupes, Freider - le dijo José mientras los chicos comenzaban a barrer. - Lo que importa es que nosotros estamos aquí.

Pero al pasar las horas, uno a uno fueron llegando más chicos. La música empezaba a sonar y los carteles coloridos aportaban energía al ambiente.

- ¡Vengan, vengan! - gritaba Hillary mientras animaba a más compañeros a unirse. - ¡Estamos haciendo magia aquí!

Con risas y juegos, la limpieza se transformó en una fiesta. Pero mientras todos se divertían, notaron que había un rincón solitario en el patio, donde los arbustos estaban llenos de basura.

- ¡Esa parte se ve horrible! - exclamó Génesis, su mirada fija en el desastre.

- Si seguimos así, ¡no podemos dejarlo así! - comentó Sergio. - ¡Eso necesita toda nuestra atención!

Freider se acercó a los demás y les propuso una idea:

- Chicos, ¿qué tal si hacemos un concurso? ¡El que recoja más basura de ese rincón ganará un premio sorpresa!

Todos aceptaron emocionados, y la competencia comenzó. Casi de inmediato, la energía del grupo cambió.

- ¡Miren cuántas cosas hay aquí! - decía José mientras levantaba una botellita de plástico. - ¡A este paso, ganamos el concurso!

La diversión desbordaba mientras los chicos competían, se reían y, sobre todo, se daban cuenta de la cantidad de basura que había en el patio. Lima, hojas, botellas y papeles comenzaron a desaparecer. En cuestión de minutos, el lugar que antes era un desastre, empezó a verse mejor.

- ¡Amigos, miren esto! - gritó Hillary desde el fondo. - ¡Estamos haciendo algo increíble!

Cuando dieron por finalizado el concurso, todos se reunieron alrededor de una gran bolsa llena de desechos recolectados. Freider, con una gran sonrisa, dijo:

- ¡Miren lo que hemos logrado! No solo limpiamos el colegio, ¡también nos divertimos mucho!

Génesis, que había guardado una pequeña sorpresa, se acercó y dijo:

- Y ahora, como prometimos, ¡es hora de un premio! ¡Sorpresa!

De una mochila, sacó golosinas para todos.

- ¡Un momento! - gritó José. - ¡Pero el verdadero premio es haber logrado esto juntos!

Todos se pusieron de acuerdo y decidieron que la verdadera recompensa sería mantener limpio el colegio y que cada semana, todos se reunirían para una "Limpieza Divertida".

- ¡Esto es solo el comienzo! - exclamó Freider. - ¡Este colegio va a ser el más lindo de todos!

Y así, los amigos no solo lograron mejorar el aspecto de su colegio, sino que también crearon una hermosa tradición que uniría a todos los chicos del barrio en el futuro. Ahora, el colegio San Martín no solo era un lugar limpio, sino un espacio de encuentro lleno de risas, música y amigos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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