La Gran Merienda Misteriosa
Era un día soleado en la Escuela Primaria Rincón de Luz. Los alumnos de tercer grado estaban emocionados porque ese día era especial, se celebraba la gran merienda anual. Todo estaba preparado: las mesas decoradas con globos de colores, y cada alumno traía algo rico para compartir. Pero, justo cuando estaban por empezar a disfrutar de sus deliciosos sándwiches y tortas, sucedió algo inesperado.
La maestra Ana, con una gran sonrisa, dijo: "¡Chicos, ahora es el momento de comenzar la merienda!". Sin embargo, al mirar la mesa central, todos se dieron cuenta de que el postre más esperado de todos, el famoso pastel de chocolate de Doña Rosa, había desaparecido.
"¿Dónde está el pastel?" -preguntó Lucas, un alumno que siempre estaba lleno de energía.
"No lo sé, pero no puede ser que falte justo en nuestro día especial" -respondió Sofía, su mejor amiga, con una expresión de sorpresa.
El portero de la escuela, Don Néstor, escuchó el alboroto desde su oficina. Era un hombre amable y siempre estaba dispuesto a ayudar. Se acercó a los niños y, al ver su preocupación, dijo:
"Chicos, ¿qué pasa?".
"¡Don Néstor! El pastel de Doña Rosa ha desaparecido y no podemos hacer la merienda sin él!" -exclamó Lucas, con los ojos muy abiertos.
"No se preocupen, voy a ayudarles a encontrarlo. ¡Yo soy un experto detective!" -afirmó Don Néstor con una sonrisa pícara. Los chicos se miraron emocionados, ¡tenían un verdadero detective a su lado!
Don Néstor tomó una libreta y un bolígrafo. "Primero, necesitamos pistas" -dijo mientras comenzaban a investigar la situación. Lo primero que hicieron fue interrogar a los demás empleados de la escuela.
Primero se acercaron a la señora de la limpieza, doña Clara, quien estaba muy ocupada limpiando la sala de clases.
"¡Doña Clara! ¿Vio algo extraño esta mañana?" -preguntó Sofía.
"Solo vi a un grupo de gorriones picoteando la mesa, pero después de eso, no vi nada más" -respondió doña Clara.
Siguieron con la cocinera, doña Rosa, que estaba en la cocina preparando la merienda.
"Yo ya entregué el pastel. No tengo idea de dónde puede haber ido" -dijo, con su delantal cubierto de harina.
"¿Nadie más ha estado en la cocina?" -preguntó Lucas.
"No que yo sepa, pero la puerta del jardín estuvo abierta un rato" -añadió doña Rosa.
"¡Vamos al jardín!" -gritó emocionada Sofía. Así que todos corrieron al jardín, donde vieron a unos pájaros revoloteando. Al mirar más de cerca, Don Néstor notó algo extraño en el arbusto.
"Chicos, miren esto" -dijo, señalando. Había migajas de pastel en el suelo.
"¡Una pista!" -gritó Lucas.
"Sigámosla" -dijo Sofía.
Siguieron las migajas hasta que llegaron a la esquina del patio, donde encontraron un grupo de gorriones picoteando en el suelo. Rápidamente comenzaron a buscar si se había caído algo detrás de unos arbustos, pero no encontraron el pastel.
Don Néstor pensaba que había que pensar como un auténtico detective, así que dijo:
"Tal vez no se fue volando por sí mismo... ¿Alguien recordó ver a algún compañero en la cocina antes de la merienda?".
Tras un momento de reflexión, Sofía recordó:
"¡Sí! Ayer, vi a Tomás hablando con Doña Rosa cuando ella sacaba el pastel del horno, ¡Él podría saber algo!".
Decidieron buscar a Tomás, lo encontraron en el patio jugando.
"Tomás, ¡tenemos una pregunta para vos!" -dijo Lucas. "¿Vistes el pastel después de que Doña Rosa lo trajo?".
"No, pero vi a Martín y a Guille jugar cerca de la cocina un rato después" -respondió Tomás, un poco confundido.
Los chicos miraron a Don Néstor y comenzaron a sospechar que sus compañeros estaban involucrados. Así que, con valentía, se acercaron a Martín y Guille, que estaban riendo juntos cerca del árbol.
"Hola chicos, ¿dónde está el pastel?" -preguntó Sofía.
"¿Qué pastel?" -respondió Guille, tratando de sonar inocente.
"¡EL pastel de chocolate!" -gritó Lucas. "¡Sabemos que ustedes tienen algo que ver!".
Los dos chicos se rieron, pero al ver que todos estaban un poco serios, dijeron:
"Está bien, lo tomamos un poquito... solo para probarlo antes de la merienda" -confesó Martín.
"¡Pero no se los contaron a nadie!" -añadió Guille.
"Chicos, no deben hacer eso, la merienda es para compartir. Vamos a buscar el pastel juntos, así todos podemos disfrutarla" -dijo Don Néstor.
Tomás, Martín, Guille y Sofía se unieron al grupo y, juntos, fueron a buscar al perro de Tomás, que a menudo jugaba alrededor de la cocina. Al final de la pista, encontraron a Rocco, el perro, con un poco de crema en su hocico. ¡Había descubierto el pastel escondido detrás de un arbusto!"Rocco, sos un detective genial también" -rió Tomás, acariciando a su perro.
Juntos, llevaron el pastel de vuelta. Al llegar, todos los niños aplaudieron y gritaban de alegría. Doña Rosa se sorprendió al ver el pastel, y con una gran risa dijo:
"Estoy feliz de que lo encuentren, me preocupaba que algo le hubiera pasado. Ahora, ¡a disfrutar de la merienda juntos!".
Esa tarde, todos los alumnos se sentaron juntos, compartieron su merienda y aprendieron la lección más importante de todas: la importancia de compartir y trabajar en equipo. Don Néstor les sonrió, recordándoles que la vida a veces puede tener sorpresas divertidas, pero el verdadero misterio radica en cómo enfrentamos lo inesperado con alegría y compañerismo.
Desde ese día, cada vez que los alumnos veían a Don Néstor, no solo pensaban en él como el portero, sino como un verdadero amigo y detective que les enseñó a cada uno de ellos el valor de trabajar juntos. Y así, la Gran Merienda Misteriosa se convirtió en un recuerdo inolvidable en la Escuela Primaria Rincón de Luz.
FIN.