La Gran Mesa de Juan el Carpintero



Era una hermosa mañana en el pequeño pueblo de Villa Madera, donde vivía Juan, un talentoso carpintero. Juan tenía un sueño: quería construir una mesa muy especial, una que pudiera reunir a toda su familia para las comidas y las risas. Para hacerlo, necesitaba algunas herramientas: un martillo, clavos y un destornillador.

Juan se levantó temprano y comenzó a buscar sus herramientas en el taller. "¿Dónde habré dejado el martillo?", se preguntó mientras revisaba un viejo cofre. Al final, lo encontró detrás de un montón de trastos.

"¡Aquí estás, viejo amigo!", exclamó Juan con una sonrisa.

Con el martillo en la mano, miró alrededor y pensó: "Ahora falta el destornillador y los clavos". Sin embargo, al buscar, no encontró los clavos por ningún lado.

"¡Oh no! Siempre tengo clavos, ¿pero dónde estarán?", se preocupó. Entonces, decidió ir a la ferretería del pueblo.

La ferretería, regentada por Don Pedro, un hombre sabio y bonachón, siempre era un lugar de encuentro para los vecinos.

"¡Hola, Don Pedro! Necesito unos clavos y un destornillador para construir una mesa. ¿Podés ayudarme?", preguntó Juan.

"Claro que sí, Juan. Pero antes que nada, contame, ¿qué tipo de mesa querés hacer?"

"Quiero hacer una mesa grande, donde mi familia pueda reunirse y compartir momentos juntos", respondió Juan con entusiasmo.

Don Pedro, con una sonrisa, le dio los clavos y el destornillador. "Aquí tenés. Y recordá, lo más importante de una mesa no son solo los materiales, sino las historias que se crearán en ella".

Juan se despidió y regresó a su taller, listo para comenzar. Cuando empezó a trabajar, se dio cuenta de que le faltaba una cosa importante: ¡la madera! Sin embargo, en su pequeño taller solo tenía algunos restos. Así que decidió ir al bosque cercano a buscar leña.

Al llegar al bosque, se encontró con su amiga la ardilla, que estaba buscando nueces.

"Hola, Juan. ¿Qué hacés por aquí?", le preguntó.

"Voy a recolectar madera para construir una mesa. ¿Tendrías alguna idea de dónde podría encontrar la mejor?"

"¡Por supuesto!", dijo la ardilla. "Sigue ese camino y encontrarás un gran árbol caído que tiene la mejor madera".

Juan siguió el consejo de su amiga y pronto llegó a un árbol magnífico. Sin embargo, al intentar cortarlo, se dio cuenta de que era más difícil de lo que pensaba.

"¿Qué hago ahora?", se preguntó frustrado. "Me gustaría poder construir mi mesa, pero esto es un gran desafío".

De repente, escuchó una voz. Era un viejo búho que observaba desde una rama. "Hola, joven carpintero. A veces, los retos son la clave para aprender algo nuevo".

"¿Qué querés decir?", respondió Juan.

"La paciencia y la creatividad son tus mejores herramientas. Si no puedes cortar el árbol, ¿por qué no usas lo que ya está caído? Hay muchas posibilidades en lo que ya tienes".

Juan meditó sobre la sabiduría del búho. En lugar de seguir luchando, decidió buscar una buena pieza de madera en el árbol caído. Con cuidado, comenzó a recoger las mejores partes.

Cuando volvió al taller, se sintió emocionado. Con la madera, los clavos y las herramientas adecuadas, llegó la hora de armar su mesa.

A medida que trabajaba, Juan sintió que cada golpe de martillo no solo unía la mesa, sino que también construía sueños y esperanzas.

Después de un rato, la mesa estaba lista. Era hermosa, sólida y espaciosa.

"¡Listo!", gritó Juan con alegría. En ese momento, su familia llegó a casa y se sorprendieron al ver la maravillosa mesa.

"¡Es fantástica, Juan!", exclamó su madre.

"Vamos a usarla para nuestra cena familiar esta noche", sugirió su hermana menor. Todos estaban felices. Esa noche, se sentaron a la mesa, compartiendo anécdotas y risas.

"Gracias, Juan, por unirnos con esta mesa", dijo su padre con una sonrisa.

Y así, Juan entendió que, a veces, los mejores aprendizajes vienen de los desafíos. Con esfuerzo y creatividad, no solo construyó una mesa, sino que también fortaleció los lazos familiares. Desde ese día, cada vez que se sentaban a la mesa, los grandes momentos y las historias florecían, recordándole a Juan que todo era posible con dedicación y amor.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!