La Gran Misión del Espacio



- La Tierra tiene muy mala cara - dijo la luna, preocupada.

- ¡Tienes razón; está muy apagada! - asintió el sol, mirando con tristeza al planeta azul.

- He oído que la gente que vive en ese planeta no la cuida nada bien - dijeron las estrellas, titilando con preocupación.

- ¡Creemos que está enferma! - exclamaron las osas, que siempre observaban desde la lejanía.

Decididos a ayudar, el sol, la luna, las estrellas y las osas formaron un equipo.

- ¡Vamos a hacer algo! - propuso la luna - Pero, ¿qué podemos hacer desde aquí?

Las estrellas, siempre brillantes e ingeniosas, comenzaron a pensar.

- Tal vez, podamos bajar y hablar con los humanos - sugirió una de ellas.

- ¡Buena idea! - dijo el sol - Pero necesitamos un plan para que nos escuchen.

Así que el grupo se los ocurrió una estrategia fantástica.

- Cada uno de nosotros tiene poderes especiales - explicó el sol. - Yo puedo dar luz y calor, la luna puede inspirar a la gente a soñar, y las estrellas guiarán a todos en la noche.

Las osas, que eran expertas en cuidar la naturaleza, ofrecieron su ayuda también.

- Nosotras podemos enseñarles cómo cuidar sus bosques y aguas.

Con su plan en mente, el grupo se preparó para bajar a la Tierra.

- ¡A la carga! - gritó la luna, emocionada.

Al aterrizar, encontraron un mundo lleno de belleza, pero también con muchos problemas.

- ¡Miren! - dijo una osa al señalar a un río contaminado. - La gente no se da cuenta de lo que está dañando.

El sol utilizó sus rayos para iluminar el camino y mostrar a la gente lo que podían hacer.

- ¡Hola, humanos! - llamó. - Somos el sol, la luna y las estrellas. Venimos a mostrarles cómo cuidar de la Tierra.

Al principio, algunos humanos estaban asustados.

- ¡Un sol que habla! - gritó uno. - ¡Esto es increíble!

Pero poco a poco, empezaron a acercarse.

- ¡Miren este río! - dijo una estrella, apuntando al agua oscura. - ¿No se dan cuenta de que así no podemos vivir?

Los humanos se miraron entre sí, confundidos.

- Nunca pensamos en ello - susurró uno.

Las osas se acercaron y comenzaron a explicarles.

- Si usan bolsas de tela en vez de plásticas, el mar estará más limpio.

Los humanos escuchaban asombrados.

- Y si plantan más árboles, la aire será más fresco - agregó una de las osas, brazos abiertos como si invitaran a cada uno a participar.

Con cada consejo, los humanos comenzaron a iluminarse, como si el sol que los miraba también entrara en sus corazones.

- ¡Podemos hacerlo! - gritó una niña. - ¡Voy a hablar con mis amigos!

Así fue como poco a poco, el mensaje se fue esparciendo. El sol brillaba más, la luna sonreía y las estrellas titilaban con alegría.

La tierra comenzó a sanar.

- ¡Miren, ya no está tan apagada! - dijo una estrella al ver cómo los colores volvían a sus paisajes.

Y así, los amigos del espacio continuaron su misión, mostrando a los humanos la belleza de cuidar su hogar.

- Siempre que necesiten ayuda, allí estaremos - les prometió el sol, mientras la luna caminaba junto a él, iluminando el camino hacia un futuro mejor.

Desde entonces, cada vez que veían un cambio positivo en la Tierra, sonreían.

- ¡Lo logramos! - exclamaron las osas, felices de haber hecho una diferencia.

Y cada vez que los humanos miraban al cielo, recordaban esos momentos con inspiración, prometiendo cuidar de la Tierra y de su belleza.

- ¡Mañana será un día aún mejor! - dijo la luna antes de regresar a su órbita.

Y así, la Tierra, iluminada y llena de vida, continuó girando con la alegría de sus cuidadores, tanto en el cielo como en el suelo.

FIN.

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