La Gran Misión Espacial



Era un día soleado y el cielo brillaba como nunca en el pequeño pueblo de Villa Esperanza. En la escuela, la maestra Elena les contó a sus alumnos sobre un invento extraordinario: una máquina capaz de detener las guerras y reparar todo lo que estaba destruido. Intrigados, los niños comenzaron a imaginar cómo sería llegar hasta ella.

- “¿Y si viajamos al espacio para encontrar esa máquina? ”, propuso Luciana, con brillo en los ojos.

- “¡Sí! ¡Como una gran aventura! ”, añadió Genaro, emocionado.

- “Podemos usar mis naves espaciales: el Gusano Multicolor, el Bananero, el Cohete y la Esfera”, dijo Carlo, quien siempre soñaba con ser astronauta.

- “Pero, ¿y nuestra maestra? ” preguntó Daniel, un poco preocupado.

- “Podemos dejarla aquí y volver a buscarla después”, respondió Luciana.

Así fue como, tras el timbre de la escuela, se dirigieron a su improvisado puerto espacial, un lugar secreto en el bosque, donde habían construido sus naves a partir de cartón, pegamento y mucha imaginación.

- “Naves listas para despegar”, anunció Carlo, con voz de comandante.

- “¡A la cuenta de tres! ”, gritó Genaro.

Contaron juntos: “¡Uno, dos, tres... despegue! ” Y, en su mente, el Gusano Multicolor se elevó al cielo. De repente, un arcoíris surgió tras él, llenando todo de colores mágicos.

El primer destino fue el Planeta de los Ruidos, donde los habitantes vivían en constante pelea. Cuando llegaron, el caos era palpable.

- “¡Alto! ¡¿Por qué pelean? ! ”, preguntó Luciana.

- “¡Es que todos quieren el mismo tambor! ¡Yo quiero tocar! ” gritó un refugiado.

- “En lugar de pelear, ¿por qué no comparten? ”, sugirió Daniel, recordando alguna clase de su maestra.

Después de un rato de diálogo, los habitantes decidieron hacer un taller para que todos pudieran tocar el tambor y aprender a tocar otros instrumentos. Todo el planeta se llenó de música en lugar de ruidos.

- “¡Funcionó! ¡Ya hemos empezado a detener las peleas! ”, exclamó Genaro con ilusión.

Siguieron viaje hacia el Planeta de las Construcciones, donde los edificios estaban hechos de escombros. Los habitantes estaban tristes porque no podían reconstruir su hogar.

- “Venimos a ayudar”, dijo Carlo, usando su nave que podía transformar el caos en armonía.

- “¡No tenemos materiales! ”, respondió un habitante desanimado.

Entonces, el ingenio de los chicos brilló. Usaron el Bananero para traer frutas.

- “¡Hagamos una fiesta con lo que tenemos! ”, sugirió Luciana. Con la fruta, pudieron hacer jugos y recibir a otros habitantes.

- “Debemos cuidar nuestro hogar juntos”, se comprometieron los habitantes, mientras todos ayudaban a limpiar y reconstruir.

Finalmente, llegaron al Planeta de los Sueños, donde todo era paz y armonía, pero los sueños de la gente tenían miedo de salir.

- “¿Qué les pasa? ”, preguntó Daniel.

- “El miedo a las peleas ha encerrado a nuestros sueños. No sabemos cómo liberarlos”, explicó un anciano.

Los chicos, decididos, comenzaron a contar historias de valentía.

- “Si nos unimos, podemos superar cualquier miedo”, afirmó Genaro.

- “¡Sí! ¡La amistad es más fuerte! ”, agregó Carlo mientras danzaba con alegría.

Con cada historia, los miedos fueron desapareciendo, y los sueños pudieron volar libres por todo el planeta.

Finalmente, regresaron a su nave, el Gusano Multicolor, y decidieron regresar a la Tierra.

- “¿Pero y la máquina? ”, preguntó Luciana.

- “Creo que ya hemos encontrado la verdadera máquina. Está dentro de nosotros, en la amistad, el respeto y el amor por los demás”, reflexionó Carlo.

Al aterrizar, se encontraron con la maestra Elena, que había estado preocupada pero les recibió con los brazos abiertos.

- “¿Cómo les fue en su aventura? ”, preguntó.

- “¡Increíble, maestra! Aprendimos que, aunque a veces parezca difícil, siempre se puede encontrar una solución! ” respondió Daniel entusiasmado.

- “Y que todos podemos ayudar a que el mundo sea un lugar mejor”, concluyó Genaro.

La maestra sonrió orgullosa.

- “Lo hicieron ustedes solos, chicos. Ahora, compartamos lo que aprendimos con los demás, porque el viaje nunca termina aquí.”

Y así, la gran misión espacial se convirtió en una lección de vida, donde el verdadero poder estaba en la unión y la amistad. Decidieron juntos que con ese aprendizaje, podían cambiar no solo su mundo, sino también inspirar a otros a hacerlo.

FIN.

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