La Gran Pelea de Godzilla y Kong
Era un día soleado en la Isla de los Monstruos, y Godzilla estaba enfurecido. Había encontrado que Kong había estado jugando con su preciada colección de rocas brillantes, y no podía dejarlo pasar. Así que, sin pensarlo dos veces, Godzilla fue a buscar a Kong para reclamar sus rocas. Cuando lo encontró, le gritó:
- ¡Kong! ¿Por qué jugaste con mis rocas? ¡Esas son mías!
Kong, que era un gorila gigante de corazón enorme, respondió con una sonrisa:
- ¡Pero Godzilla! Estaban tan brillantes que no pude resistirme. Solo quería divertirme.
La discusión se tornó en una feroz pelea. Los gritos retumbaban en toda la isla, y el suelo temblaba con el poder de sus ataques. Sin embargo, justo cuando la pelea parecía llegar a su clímax, algo inesperado ocurrió.
De entre las nubes, apareció un destello rojo y blanco. Era Santa Claus, volando en su trineo tirado por renos.
- ¡Alto! ¡Alto! - gritó Santa mientras aterrizaba suavemente frente a los dos titanes.
- ¿Quién eres tú para detenernos? - bramó Godzilla, con su aliento de fuego listo para disparar.
- Soy Santa Claus y estoy aquí para recordarles algo importante - dijo con voz amigable, levantando una mano en señal de paz. - Ustedes son grandes y poderosos, pero también son inteligentes. ¿Por qué pelear cuando pueden resolver sus diferencias de otra manera?
Kong frunció el ceño, deteniéndose por un momento.
- Quizá no necesitamos pelear, pero esas rocas son muy deseadas por mí - admitió.
- Lo sé - dijo Santa, sonriendo. - Pero hay muchas formas de compartir. ¿Qué tal si hacen un trato?
Godzilla miró a Kong con desconfianza, pero la curiosidad comenzó a ganar. ¡Nunca había pensado en compartir!
- ¿Qué tipo de trato? - preguntó Godzilla.
- Podrían turnarse para jugar con las rocas. Así cada uno puede disfrutar de su belleza y lo que representan. Además, pueden inventar juegos juntos - sugirió Santa.
Kong se iluminó ante la idea.
- ¡Eso suena divertido! Pero, ¿y si hacemos un juego nuevo en lugar de pelear? - propuso, emocionado.
Santa aplaudió.
- ¡Esa es la actitud correcta! Verán que pueden ser grandes amigos, en lugar de enemigos. Les ayudaré a crear un juego donde puedan usar las rocas brillantes y, al mismo tiempo, divertirse.
Así, Santa sacó una bolsa llena de colores y herramientas de su trineo. Juntos, comenzaron a construir un nuevo y emocionante juego que involucraba saltos, carreras y, por supuesto, las rocas brillantes.
Cuando terminaron, Godzilla y Kong estaban riendo y jugando juntos. La rivalidad se había transformado en amistad. Godzilla dijo:
- Nunca pensé que podía ser tan divertido compartir.
- ¡Y yo nunca pensé que podríamos inventar algo tan genial juntos! - respondió Kong, saltando de alegría.
Santa sonrió, sintiéndose muy feliz por sus nuevos amigos. Antes de irse, les dejó un mensaje:
- Recuerden siempre, el verdadero poder está en la amistad, y compartir hace la vida más divertida.
Y así, Godzilla y Kong aprendieron que las peleas nunca traen felicidad, pero compartir y jugar juntos sí. Desde ese día, cada vez que veían una roca brillante, en vez de pelear, sonreían, recordando el gran día en que Santa los ayudó a convertirse en amigos.
Y en la Isla de los Monstruos, la amistad reinó para siempre.
FIN.