La Gran Pelea de las Capibaras Hijas



En un bosque lleno de árboles frondosos y un río reluciente, vivía una familia de capibaras. Las tres hermanas capibaras, Clara, Sofía y Luna, eran inseparables. Un día, mientras buscaban comida cerca del río, un pequeño malentendido llevó a una gran pelea entre ellas.

-Clara: -¡Sofía, siempre te llevas las mejores hojas y nunca dejas nada para nosotras!

-Sofía: -¡Eso no es cierto! Solo estoy eligiendo las más frescas. ¡Deberías hacer lo mismo!

-Luna, que era más pequeña, los miró concretando una idea. -¡Chicas, ya basta! ¿Por qué no compartimos nuestras hojas? Así todas nos quedamos contentas.

Pero Clara y Sofía estaban demasiado enojadas para escuchar a Luna. Decidieron separarse y buscar comida en direcciones diferentes. Sin embargo, la separación les trajo algunos problemas. Ambas se dieron cuenta de que el bosque era más grande de lo que pensaban y que encontrar comida sola no era tan fácil.

Clara trató de implementar lo que Sofía había hecho. Se adentró en la parte más espesa del bosque y se encontró con un arbusto lleno de hojas... pero también con un grupo de ardillas traviesas que no estaban dispuestas a compartir. Mientras tanto, Sofía llegó a un pequeño claro, pero las hojas allí estaban duras y secas, y no tenía ánimo para salir a buscar más allá.

Ambas hermanas se sentían solas y le habían perdido las ganas de pelear. Fue entonces cuando se encontraron con Luna, que había decidido no unirse a la pelea y permanecer en el sitio donde las tres habían estado.

-Luna: -¡Miren, encontré un montón de hojas frescas! ¡Vamos a compartir!

-Clara: -No sabía que estar separadas iba a ser tan difícil. Me he dado cuenta de que pelear no es la solución.

-Sofía: -Yo también. Me gustaría que pudiéramos solucionar esto y volver a ser las mismas hermanas de antes.

Las tres capibaras se sentaron juntas en el claro y comenzaron a compartir lo que habían aprendido en sus respectivas búsquedas. Cada una había encontrado algo útil para la comida, y a partir de ahí, comenzaron a unir sus hojas y crear una fiesta deliciosa.

Después de comer, Clara tomó la palabra. -Chicas, creo que debería haber aprendido desde un principio que en lugar de pelear, deberíamos hablar. Después de todo, somos hermanas y debemos apoyarnos.

-Sofía asintió. -Sí, y podemos ser más fuertes cuando trabajamos juntas. ¡Como en equipo!

A partir de ese día, las hermanas deciden inventar un juego al aire libre donde cada vez que una de ellas encontrara algo rico de comer, debía compartirlo con las otras. Así formaron un ritual de compañerismo que fortaleció su relación.

Y así fue como, después de la gran pelea, las capibaras hijas aprendieron la importancia de la comunicación, la cooperación y el valor de unir fuerzas. Nunca volvieron a pelear por pequeñas cosas y disfrutaron de muchas aventuras en su hermoso bosque, siempre juntas y apoyándose unas a otras.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado. Pero la amistad de Clara, Sofía y Luna, siempre brillará con más fuerza que cualquier discusión.

FIN.

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