La Gran Pelea de los Capibaras Nillas



Era un hermoso día en la orilla del lago, donde la selva se encontraba con el agua cristalina. Un grupo de capibaras, conocidos como las Capibaras Nillas, se reunía para disfrutar del sol y de una deliciosa comida. Entre ellos estaban Carlitos, el más pequeño; Lola, la más curiosa; y Lucho, el más fuerte. Pero un día, una sombra se cernió sobre la paz del grupo.

"-¡Carlitos! No te acerques a mi lado! Esa es mi piedra favorita! -gritó Lucho, mientras defendía un gran canto rodante que había encontrado para tomar el sol.

"-Pero Lucho, yo solo quería sentarme y disfrutar de la vista también -respondió Carlitos, con su voz suave y preocupada.

"-No me importa. ¡No te acerques! -replicó Lucho, cruzando los brazos.

Lola, observando la escena, decidió intervenir.

"-Chicos, ¿por qué no compartimos la piedra? -sugirió Lola, con su tono conciliador.

"-No quiero compartir, ¡es mía! -protestó Lucho.

Los días pasaron y la tensión entre los capibaras fue creciendo. Lucho se sentía poderoso al ser el dueño de la única piedra cálida; mientras tanto, Carlitos y Lola intentaban pasar el rato sin desesperar al ver cómo Lucho se adueñaba de todo. Un día, cansado de la situación, Carlitos propuso un concurso para ver quién se quedaría con la piedra.

"-¡Hagamos la gran pelea! -exclamó Carlitos emocionado.

Lucho, al escuchar la propuesta, se mostró intrigado.

"-¿Una pelea? ¿Por qué no? Apuesto a que gano! -se burló, confiado.

El día del concurso llegó, y todos los animales del bosque se acercaron a ver el espectáculo. Lola decidió que sería la juez, y los capibaras se prepararon para competir en diversas pruebas.

La primera prueba fue una carrera hacia el río. Lucho, confiado de su velocidad, se lanzó a correr, pero Carlitos, astuto y ágil, encontró un atajo y llegó primero.

"-¡Sí! ¡Ganó Carlitos! -gritó Lola, emocionada.

Lucho se sintió frustrado, pero no estaba dispuesto a rendirse.

"-¡A la próxima te ganaré! -rugió Lucho, apretando los dientes.

La segunda prueba fue una competencia de saltos. Lucho se lanzó al agua con todas sus fuerzas, pero el pequeño Carlitos, con su tenacidad, logró saltar de una roca a otra con habilidad, sorprendiendo a todos los espectadores.

"-¡Increíble! ¡Carlitos lo volvió a hacer! -expresó Lola, maravillada.

Ahora el puntaje estaba empatado, y cada vez más animales se reunían para ver quién ganaría la gran pelea. La última prueba era la más complicada: un desafío de valentía en el bosque. Quien pudiera recorrer el sendero cubierto de hojas y ramas, sin asustarse, ganaría la piedra.

Lucho la monopolizó, diciendo:

"-¡Voy primero por ser el más fuerte! -declaró, desafiando a todos. Pero cuando avanzó, un pequeño zorro apareció y lo asustó, haciéndolo retroceder.

"-¡No puedo! ¡Es peligroso! -gritó Lucho, volviendo a la seguridad de su piedra.

Entonces fue el turno de Carlitos, quien comenzó a caminar. En el camino, se encontró con el zorro, pero en lugar de asustarse, recordó lo que Lola había dicho sobre la importancia de la valentía y la calma.

"-Hola, pequeño zorro. No tengo miedo, solo quiero seguir adelante. -dijo Carlitos con tranquilidad.

El zorro, sorprendido por la actitud del capibara, se detuvo y se presentó.

"-Soy Zuri, ¿por qué tienes miedo? -preguntó el zorro.

"-No tengo miedo a ti, pero sí quería ganar la piedra de Lucho. -respondió Carlitos.

Zuri, conmovido, le dijo:

"-La verdadera fuerza no está en ganar una pelea. La verdadera fuerza está en ser amable y compartir. -dijo el zorro.

Carlitos, entendiendo esto, decidió regresar.

Caminó de vuelta hacia el lago y se acercó a Lucho.

"-Lucho, no necesitamos una pelea para demostrar quién es el mejor. ¡Podemos ser amigos! -sugirió Carlitos, extendiendo su pata hacia él.

Lucho quedó sorprendido.

"-¿Amigos? Pero... yo... -empezó a balbucear.

"-Claro, ¿no ves? A veces puedes perder una pelea y aún así ganar una amistad. -dijo Lola, acercándose.

Lucho, con los ojos abiertos y el corazón palpitante, sintió algo calentar dentro de él.

"-Está bien, así lo hacemos. -Respondió Lucho, tomando la pata de Carlitos.

Y desde ese día, los capibaras Nillas aprendieron que compartir y ser amigos era mucho más divertido que pelear. Todos los días se reunían en la piedra y disfrutaban del sol y la compañía, jugando, riendo y celebrando su amistad.

Así, la Gran Pelea de los Capibaras Nillas terminó siendo una lección de valentía, amistad y el poder de compartir.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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