La gran pelea de los capibaras Nillas



En un hermoso día en la selva, donde el sol brillaba y el río corría suave, vivía una familia de capibaras llamados Nillas. La familia estaba compuesta por la mamá Nilla, el papá Nillo, y sus tres pequeños: Nillo Jr., Nillita y Nillón. Eran los capibaras más felices del lugar, hasta que un día ocurrió algo inesperado.

Un nuevo grupo de capibaras llegó al estanque donde solían jugar. Eran un poco más grandes y parecían tener mucho más energía.

"¡Mirá esos capibaras nuevos!" –dijo Nillita mientras miraba fascinada.

"Tal vez podamos hacer amigos" –sugirió Nillo Jr. animado.

"¿Amigos?" - respondió Nillo con un tono dudoso - “Tal vez sean un poco agresivos”.

"No seas miedoso, papá" –interrumpió Nillón, dando un salto. – “Queremos jugar también.”

Los Nillas decidieron acercarse para explorar. Para su sorpresa, los nuevos capibaras no estaban interesados en jugar, sino que comenzaron a hacer ruido y a empujarse unos a otros, mostrando que estaban más interesados en dominar el estanque que en compartirlo.

"¡Esto no puede ser!" –exclamó la mamá Nilla. – "¿Qué tal si hacemos una competición para ver quién puede nadar mejor y ganamos el derecho a usar el estanque?"

"¡Me encanta la idea!" –dijo Nillo Jr., saltando de emoción.

Así, los Nillas comenzaron a preparar la gran competencia. Pero los capibaras nuevos Grom y su equipo no estaban interesados.

"¿Competencia?" –se burló Grom. – "¿Por qué perder tiempo con eso cuando podemos hacer que se vayan?"

"¡Nosotros no nos rendiremos tan fácilmente!" –gritó Nillita valientemente.

Sin embargo, cuando llegó el día de la competencia, la tensión se sentía en el aire. Los capibaras nuevos eran realmente grandes y fuertes. El primer desafío era una carrera de natación, y todos se lanzaron al agua. Grom y su equipo tomaron la delantera, dejando a los Nillas rezagados.

"¡Vamos, Nillas!" –gritó Nillo Jr. – "No podemos rendirnos. ¡Unámonos y nademos en equipo!"

"Pero están muy adelante…" –dijo Nillita, preocupada.

Mamá Nilla, viendo la determinación de sus pequeños, los reunió y les dijo:

"Familia, lo más importante no es ganar o perder. Se trata de hacer cosas juntos y disfrutar de la compañía del otro. Vamos, unámonos y sigamos juntos. Cuando uno de nosotros se sienta cansado, los demás lo ayudarán."

Así lo hicieron. Nadar en equipo fue una idea brillante. Se ayudaron unos a otros, y aunque estaban un poco detrás, comenzaron a avanzar poco a poco. Los nuevos capibaras, confiados de su ventaja, empezaron a perder velocidad.

"¡Eso es! ¡No se rindan!" –gritó papá Nillo, mientras los Nillas continuaban en sincronía. Al final, lograron alcanzar a sus oponentes y se acercaron cada vez más.

"¡Miren, Nillas! ¡Estamos casi ahí!" - dijo Nillón, con una sonrisa en su rostro.

"¡No lo puedo creer!" –respondió Nillita con los ojos brillosos.

Finalmente, en un emocionante final, los Nillas llegaron casi empatados con Grom y su equipo. Aunque no ganaron, lo que sí ganaron fue el respeto de los nuevos capibaras.

"¡No está mal! Ustedes no son tan débiles como pensábamos" –dijo Grom, sorprendido.

"Tal vez deberíamos compartir el estanque. Nadar en equipo suena divertido" –propuso Nillo Jr., sonriendo.

"Sí, sería mejor que pelear" –respondió Nillita.

A partir de ese día, todos comenzaron a jugar juntos, tanto los capibaras Nillas como los nuevos. La competencia se transformó en amistad, y el estanque se llenó de risas y juegos.

"Es más divertido ser amigos que competir" –añadió Nillón sabiamente, mientras todos se zambullían al agua.

Y así, aprendieron una valiosa lección: siempre es mejor trabajar juntos y disfrutar de la compañía, en lugar de pelear. El estanque se convirtió en el lugar más alegre de toda la selva, donde todos, Nillas y nuevos capibaras, compartían y cuidaban el espacio con respeto y amor. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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