La Gran Recolección de Materiales



Había una vez en un pequeño pueblo, un grupo de niños que estaban muy tristes. Su profesor, don Carlos, les había pedido que trajeran ciertos materiales escolares a clase, pero muchos de ellos no tenían dinero para comprarlos.

Un día, en el recreo, Tomás, un niño de gran corazón, decidió que no podían quedárselo así. Se acercó a sus amigos y les dijo:

"Chicos, no podemos dejar que esto nos deprima. Hay que hacer algo para ayudar a todos los que no pueden comprar los materiales. ¿Qué les parece si recolectamos materiales?"

Sus amigos lo miraron con curiosidad.

"¿Hacer qué?", preguntó Ana, que siempre había sido un poco escéptica.

"Podemos ir a las tiendas del pueblo y pedirles que nos donen lápices, cuadernos y todo lo que podamos. ¡Así todos tendremos lo necesario para estudiar!"

"Es una buena idea, pero... ¿y si no quieren darnos nada?", se preocupó Julián.

"No lo sabremos si no lo intentamos", respondió Tomás con determinación.

Esa misma tarde, Tomás y sus amigos se pusieron en marcha. Hicieron carteles coloridos que decían: “Recolección de Materiales Escolares”.

"¡Hay que hacer ruido en el pueblo!", exclamó Ana, emocionada.

Cuando llegaron a la primera tienda, un negocio de barrio llamado "El rincón de los útiles", se encontraron con don Abel, el dueño.

"Hola, don Abel. Venimos a pedirte ayuda. Somos un grupo de chicos de la escuela y estamos recolectando materiales escolares para nuestros compañeros que no pueden comprarlos. ¿Te gustaría colaborar?"

Don Abel miró a los niños con una sonrisa.

"Claro que sí. Siempre es bueno ayudar a los que lo necesitan. Aquí tienen unos lápices y un par de cuadernos."

Los niños saltaron de alegría.

"¡Gracias, don Abel!", gritaron al unísono.

Siguieron visitando tiendas y pronto comenzaron a ver el espíritu solidario del pueblo. En la librería de doña Rosa, en el supermercado de don Luis, e incluso en la panadería donde Vicky, la panadera, les dio galletas y una caja de marcadores.

"Esto está funcionando", dijo María, con los ojos brillantes.

Después de varios días, habían recolectado una gran cantidad de materiales. Pero en el último día de recolección, Tomás sintió que algo faltaba.

"¿Qué pasa, Tomás?", le preguntó Julián.

"Me doy cuenta de que no hemos hablado con el director del colegio. Tal vez él pueda ayudarnos a asegurar que todos nuestros compañeros tengan sus materiales cuando lleguen a clase."

"¡Gran idea!", exclamó Ana.

Decididos, se acercaron al colegio y le contaron al director, don Sergio, sobre su campaña.

"Es admirable lo que han hecho, chicos. Pero no solo deben recolectar materiales. También deben hacer una pequeña presentación en clase para inspirar a otros a ayudar y recordar la importancia de compartir", sugirió don Sergio.

Tomás y sus amigos se miraron emocionados. Al siguiente día, se prepararon con diapositivas y un par de dibujos que habían hecho.

En la clase, al final de su presentación, todos los compañeros comenzaron a aplaudir y a preguntar cómo podían ayudar ellos también.

"Cada uno de nosotros puede hacer algo. Si tenemos materiales, podemos dar de los nuestros. Si no tenemos, podemos ayudar a recolectar más", dijo Ana.

Esa semana, el corazón del pueblo se unió, y muchos más se sumaron a la recolección, lo que les permitió no solo cumplir con lo que el profesor había pedido, sino también hacer que cada niño en la escuela tuviera lo necesario para aprender.

El día que entregaron los materiales, don Carlos no pudo evitar sonreír al verlos.

"Estoy orgulloso de ustedes. No solo han trabajado en equipo, sino que han demostrado el verdadero valor de la colaboración. "

Los niños, con el corazón lleno de alegría, se dieron cuenta de que juntos podían lograr grandes cosas y que la generosidad podía cambiar la vida de muchos.

Así, la historia de la gran recolección de materiales escolares se convirtió en una anécdota famosa en el pueblo, y cada año, los niños la recordaban como el momento en que aprendieron que, con solidaridad y esfuerzo, podían ayudar a quienes lo necesitaban.

Y así, la tristeza se transformó en alegría, porque lo más importante no son los materiales, sino la amistad y la unión del grupo."

FIN.

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