La Gran Reunión de los Sentimientos



Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Era un hermoso prado verde, lleno de flores de colores brillantes y árboles frondosos. Ahí estaban, cada uno con su propia personalidad: la Alegría, la Tristeza, la Amistad, la Sinceridad y muchos más.

La Alegría, con su risa contagiosa, fue la primera en hablar.

"Hola a todos, estoy tan emocionada de estar aquí. ¡Vamos a divertirnos!"

Dijo mientras saltaba alegremente.

La Tristeza, que parecía un poco melancólica, levantó la mano.

"Alegría, a veces también necesitamos tiempo para estar tranquilos y pensar. No todo puede ser diversión."

Todos asintieron y la Amistad, que había estado escuchando atentamente, agregó:

"Es verdad. Necesitamos equilibrar nuestros sentimientos. La alegría y la tristeza son dos caras de la misma moneda."

De repente, apareció la Confianza, que llevaba una capa brillante.

"¡Hola, amigos! Estoy aquí para recordarles que cuando creemos en nosotros mismos, podemos enfrentar cualquier cosa juntos."

Todos murmuraron de acuerdo, pero la Ira, que había estado apartada, levantó la voz.

"¿Y qué pasa si me siento enojado? ¿Acaso no tengo derecho a gritar y hacer que me escuchen?"

La Sabiduría, que siempre era calmada, se acercó y dijo:

"La Ira también es un sentimiento importante, pero escúchame: a veces, en lugar de gritar, podemos hablar de lo que nos molesta. Así todos estaremos mejor."

La Ira reflexionó, dándose cuenta de que tal vez gritar no era la mejor solución. En ese momento, la Amistad se levantó con una idea.

"¡Hagamos una actividad! Cada uno de nosotros puede compartir un momento en el que haya ayudado a alguien con su sentimiento. Así podemos ver cómo todos somos útiles."

Todos estuvieron de acuerdo, y uno a uno comenzaron a compartir sus historias.

"Yo ayudé a un niño a sonreír en un día gris haciendo una broma," comenzó la Alegría.

"Y yo estuve a su lado cuando se sintió triste, porque a veces sólo se necesita un amigo," dijo la Amistad.

"Yo perdoné a alguien que me había hecho daño, fue difícil pero liberador," confesó la Sinceridad.

La Tristeza, en su tono suave, dijo:

"Yo también tengo mi lugar. Estuve ahí para dar un abrazo y ayudar a alguien que se sentía solo. A veces, llorar es necesario."

Todos escucharon con atención y se dieron cuenta de cómo cada uno de sus sentimientos jugaba un papel importante en la vida de las personas. La Confianza intervino nuevamente.

"Es emocionante saber que juntos podemos crear un equilibrio. ¿Qué tal si hacemos un pacto? Cada vez que alguien necesite ayuda, ahí estaremos para apoyarlo."

Los sentimientos se miraron unos a otros y con gran entusiasmo respondieron:

"¡Sí, hagámoslo!"

Pero de repente, apareció el Miedo, temeroso y dudoso.

"¿Y si no somos lo suficientemente buenos? ¿Qué si fallamos?"

La Sabiduría se acercó a Miedo y le sonrió con amabilidad.

"La vida es un proceso, querido amigo. Todos fallamos a veces, y eso no significa que no podamos seguir intentando."

Miedo sintió un pequeño brillo de esperanza y asintió, entendiendo que su lugar también era importante.

Al terminar la reunión, acordaron hacer un encuentro cada mes para compartir y apoyarse. La reunión se despidió con un gran abrazo, y todos se sintieron más fuertes juntos.

Desde entonces, en cada rincón del mundo, los hombres comenzaron a aprender a reconocer sus propios sentimientos y los de los demás, entendiendo que todos eran necesarios para vivir en armonía. Al final, el lugar especial se convirtió en un símbolo de unión, donde cada sentimiento podía expresarse y ser escuchado.

Y así, en ese hermoso prado verde, los sentimientos de los hombres encontraron su voz, demostrando que en la diversidad de emociones, estaba la verdadera fuerza del corazón humano.

FIN.

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