La Gran Serpiente y El Pueblo Valiente



Había una vez en un pueblo antiguo rodeado de colinas verdes y ríos cristalinos, un lugar donde los habitantes adoraban a una majestuosa serpiente gigante llamada Serpentina. La serpiente no solo era un ser mágico, sino también la guardiana del pueblo, manteniendo la paz y la fertilidad de sus tierras.

Los días pasaban en armonía hasta que un día, los aldeanos, al ver que algunas cosechas no estaban tan abundantes como antes, comenzaron a murmurar.

"- ¿Por qué Serpentina no nos ayuda más?" - preguntó una mujer llamada Ana mientras miraba hacia el cielo en busca de respuestas.

"- Quizás ha perdido su magia", - sugirió un joven llamado Tomás, preocupado por su familia.

"- No, no puede ser, debemos hacer algo", - insistió Juan, el anciano del pueblo.

Movidos por el miedo y la desconfianza, decidieron confrontar a Serpentina. Reunieron a todos los aldeanos en la gran plaza y, con antorchas en mano, marcharon hacia la cueva de la serpiente.

Al llegar, encontraron a Serpentina en su lugar habitual, radiante y majestuosa. Pero al notar la multitud, su rostro se tornó serio.

"- ¿Por qué han venido con antorchas y gritos?" - preguntó Serpentina, su voz resonando como un eco en la cueva.

"- ¡Te hemos traído aquí para decirte que ya no te necesitamos!" - gritó Juan, temblando de miedo.

"- ¡Pero eso no es cierto! ¡He cuidado de ustedes por generaciones!" - replicó Serpentina, indignada.

"- Ya no confiamos en ti, queremos que nos devuelvas la abundancia de antes", - exigió Tomás, dando un paso adelante.

Serpentina, sintiéndose traicionada, se enroscó y dijo: "- Si no creen en mí, entonces debo retirarme a las profundidades de la montaña y no volveré hasta que tengan fe una vez más." Con eso, desapareció en la oscuridad de su cueva.

El pueblo, aturdido y lleno de arrepentimiento, sintió cómo el aire se encogía y el suelo temblaba. Sin Serpentina, la falta de lluvia y la sequía se volvieron una realidad aterradora.

Con el pasar de los días, el desasosiego se apoderó de los corazones de los aldeanos. Decidieron reflexionar y comenzaron a preguntarse por qué habían sido tan duros con su guardiana.

"- Tal vez no era Serpentina quien había perdido su magia, sino nosotros quienes habíamos perdido nuestra fe" - dijo Ana una noche, mientras miraban al cielo estrellado.

"- Sí, recordemos todos los buenos tiempos que tuvimos gracias a ella" - agregó Juan, reflexionando.

Juntos, tomaron una decisión. Con el corazón lleno de valentía pero también de humildad, decidieron regresar a la cueva de Serpentina y pedirle perdón.

Al llegar a la cueva, su voz temblaba cuando Juan tomó la palabra: "- Querida Serpentina, venimos a pedirte perdón por lo que dijimos. Nos dejamos llevar por el miedo y la duda, pero sabemos que hemos cometido un error. Te extrañamos. "

Serpentina, que había escuchado sus palabras desde la distancia, salió lentamente de su cueva. Su mirada ahora era más suave, y su cuerpo brillaba con una luz dorada.

"- Estoy aquí, pero ¿saben ustedes lo que deben hacer para que todo vuelva a la normalidad?" - preguntó con ternura.

"- ¡Sí! ¡Debemos trabajar juntos y aprender a cuidar mejor de nuestras tierras!" - exclamó Tomás, mirando a los demás que asentían fervorosamente.

"- Así es, mi querido pueblo. La verdadera abundancia proviene de la unidad y de cuidarnos mutuamente. Juntos, podemos crear magia en la tierra," - contestó Serpentina, mientras su presencia iluminaba todo.

Desde aquel día, los aldeanos se unieron para cuidar su tierra, plantando semillas y aprendiendo a cultivar con amor y respeto, y Serpentina, viéndolos trabajar, sonrió. La lluvia regresó, las cosechas florecieron, y el pueblo prosperó no solo por su fertilidad, sino también por la fe y la unión que habían encontrado entre ellos.

Así, el pueblo nunca olvidó la lección que aprendieron: la importancia de la confianza y el trabajo en equipo. Serpentina siempre estaría allí, pero su magia más fuerte estaba en ellos mismos, en su amor por su hogar y entre ellos, creando la verdadera magia de la vida.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!