La Gran Suma
En un colorido pueblo llamado Numerópolis, donde cada calle tenía un número distinto, vivían tres amigos inseparables: Uno, Dos y Tres. A ellos les encantaba jugar juntos y aprender nuevas cosas. Un día, mientras paseaban por el Parque de las Matemáticas, encontraron un viejo mapa.
- Miren lo que encontré - dijo Uno, emocionado.
Dos se acercó y le dio un vistazo al mapa.
- ¡Es un mapa del tesoro! - exclamó.
- ¡Sí! - respondió Tres. - Pero dice que está escondido en la Montaña de la Suma. Para llegar allí necesitamos sumar nuestros números.
- ¿Cómo vamos a hacer eso? - preguntó Uno.
- Fácil, tenemos que sumar en grupos - explicó Dos. - Por ejemplo, yo soy el dos. Si sumamos un número más al dos, ¿qué obtenemos?
- ¡Tres! - gritaron juntos.
Decididos a encontrarse con nuevas sorpresas, se pusieron en marcha. Mientras caminaban, se encontraron con Cuatro, quien estaba recogiendo flores.
- ¡Hola, Cuatro! - saludó Uno. - ¿Te gustaría unirte a nosotros para buscar el tesoro?
- ¡Claro! - respondió Cuatro. - Pero antes, tenemos que sumar. ¿Cuántos somos ahora?
Tres amigos más Cuatro, eso hace...
- ¡Cuatro! - dijo Dos.
- No, No - corrigió Cuatro, riendo. - ¡Somos cinco! Uno, Dos, Tres y Cuatro juntos hacen cinco.
Así, los nuevos compañeros continuaron su camino hasta llegar a un hermoso lago, donde conocieron a Cinco, un pez que saltaba felizmente.
- ¡Hola amigos! - dijo Cinco. - ¿A dónde van?
- Vamos en busca del tesoro de la Montaña de la Suma - contestó Tres.
- ¡Puedo acompañarlos! Pero necesitan sumar de nuevo, ahora somos Cinco, ¡así que vamos a ver quién somos!
Revisaron.
- Uno, Dos, Tres, Cuatro y Cinco, eso hace...
- ¡Cinco! - respondieron todos juntos.
Al avanzar, comenzaron a encontrar problemas que resolver. Un cartel decía: "Para pasar, deben resolver esta suma: 2 + 3 debe ser 5 para continuar.”
Los amigos se miraron entusiasmados.
- ¡Eso lo hacemos rápido! - dijo Uno.
Después de resolver la suma, continuaron el camino. A medida que se acercaban a la montaña, cada vez más amigos se unían a ellos: Seis, Siete y Ocho.
Todos juntos emocionaron.
Con ribetes y sonrisas, llegaron a una cueva donde estaba escondido el tesoro. Al entrar, encontraron un gran cofre dorado.
- ¡Lo conseguimos! - gritó Cuatro.
Pero cuando trataron de abrirlo, un frase brillante apareció en el aire: "¡Para abrir este cofre, deben sumar todos sus números!"
Los amigos se miraron confundidos.
- ¿Cuánto somos? - preguntó Dos.
- Uno más Dos más Tres más Cuatro más Cinco más Seis más Siete más Ocho... ¡a ver! - empezó a contar cinco, mientras sumaba junto a sus amigos.
- ¡Ocho! - sumaron a coro.
Finalmente, los amigos se dieron cuenta, al sumar:
- ¡Ese es un total de 36! - dijo Ocho, con emoción.
Con la suma correcta, el cofre se abrió, revelando joyas brillantes y un gran libro de números, que contenía juegos de suma y cifras mágicas.
- ¡Este es un tesoro de sabiduría! - exclamó Tres. - ¡Podemos aprender mucho!
- ¡Todo gracias a nuestra amistad! - añadió Uno, mirando a todos. - Sabés, no solo sumamos números, sino también diversión.
Y así, los amigos regresaron a Numerópolis, no solo con el tesoro, sino llenos de conocimientó, lista para seguir sumando aventuras juntos. Desde ese día, la amistad y el aprendizaje continuarían creciendo para siempre en sus corazones.
- ¿Hasta dónde creen que nos llevará la próxima suma? - preguntó Dos, sonriendo.
Y todos rieron, con esperanza de nuevas aventuras. Así fue como un simple paseo por el parque se convirtió en la gran aventura de la suma y la amistad.
FIN.