La Gran Tormenta de la Pradera



Era un día soleado en la pradera, y los animales se preparaban para disfrutar de una tranquila jornada. En una pequeña colina, se reunieron el elefante Emiliano, la tortuguita Toti, la liebre Lía y el puma Pacho, cada uno con su personalidad y su tamaño, pero todos, amigos.

"¡Miren cómo brilla el sol! Hoy es un día perfecto para jugar y saltar," dijo Lía emocionada, dando vueltas sobre sí misma.

"Sí, pero no olviden que soy el más fuerte aquí, soy Emiliano el Elefante, y puedo protegerlos a todos," contestó orgulloso Emiliano, sacudiendo las grandes orejas.

"Lo sé, Emiliano, pero no siempre se trata de ser fuerte. A veces hay que ser astuto, como yo," dijo Pacho con una sonrisa traviesa.

De repente, el cielo se oscureció. Una sombra inmensa cubrió la pradera y un viento fuerte comenzó a soplar. Toti, la tortuguita, se asustó y dijo:

"¡Oh no! ¡Viene una tormenta! ¿Qué vamos a hacer?"

"No te preocupes, Toti. ¡Nos uniremos y encontraremos una solución!" repuso Lía con confianza.

Emiliano miró a sus amigos y planteó una idea.

"Podríamos buscar un lugar donde protegernos juntos. Mi gran cuerpo puede servir de escudo mientras los demás se resguardan detrás de mí."

"Pero, Emiliano, no podemos dejarnos llevar solo por la fuerza. Necesitamos un plan, y yo puedo ayudar a encontrar el lugar adecuado con mi velocidad," propuso Pacho.

Entonces, Lía, que era muy rápida, sugirió:

"¿Qué tal si Toti y yo buscamos un lugar seguro cerca del río? Toti puede ver desde su perspectiva baja y yo por mi velocidad. Emiliano, vos podés ir adelante para guiarnos con tu fuerza. Así, nadie se lastimará."

Todos estuvieron de acuerdo y se pusieron en marcha, cada uno aportando sus habilidades.

Cuando llegaron al río, se dieron cuenta de que estaba lleno de grandes rocas. "¡Este es un gran lugar!" exclamó Toti.

"Pero hay mucho espacio entre las rocas. Necesitamos cubrirlo antes de que la tormenta llegue," dijo Emiliano, respirando pesadamente.

Entonces Lía tuvo otra idea brillante.

"Pacho, ¡vos que sos rápido, podés ir y buscar más animales para que nos ayuden! Cuantos más seamos, más fuerte seremos."

"¡Buena idea! ¡Voy a buscar a los pájaros y a otros animales!" dijo Pacho y salió corriendo.

Mientras tanto, Toti y Emiliano comenzaron a mover las piedras más pequeñas para crear un refugio más seguro. Los árboles se agitaban violentamente, pero ninguno de los amigos se rindió. Lía orientó la colocación de las piedras y Emiliano, con su fuerza, ayudaba a levantarlas.

Cuando Pacho volvió, no venía solo. Traía consigo a la ardilla Sofía y a los patos Pedro y Paula, todos listos para ayudar.

"¡Coloquen sus nidos aquí, en el refugio! ¡Eso ayudará a protegernos!" dijo Sofía a los patitos.

Las luces comenzaron a parpadear y el viento a ulular. Todo el grupo trabajó juntos, cada uno haciendo su parte. Pedro y Paula llenaban el espacio con sus plumas, mientras Sofía enseñaba a los patos cómo colocarse detrás de las ramas bajas.

De pronto, una gran ráfaga de viento sacudió la pradera, y la lluvia comenzó a caer con fuerza. Pero todos estaban a salvo bajo su refugio improvisado.

"¡Hicimos un gran trabajo! ¡Miren cuántos estamos aquí juntos!" gritó Emiliano con felicidad.

Al final de la tormenta, cuando los rayos del sol empezaron a salir nuevamente, los animales se dieron cuenta de que no solo habían sobrevivido, sino que estaban más unidos que nunca.

"Esto nos ha enseñado que aunque seamos diferentes, nuestras diferencias son lo que nos hace fuertes," reflexionó Lía,

"Siempre necesito recordar que juntos somos un equipo," agregó Toti sonriendo.

Y así, entre risas y charlas, los animales aprendieron a valorar sus diferencias y se prometieron que siempre se ayudarían unos a otros, sin importar la tormenta que se avecinara.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!