La gran voltereta de Julián



Era un día soleado en el parque, el lugar favorito de Julián y sus amigos: Franco, Cristóbal y Tiana. Los cuatro disfrutaban de la tarde, correteando entre los árboles y riendo a carcajadas. De repente, Julián, que siempre había soñado con hacer una voltereta, se detuvo y dijo:

"Chicos, hoy voy a hacer mi primera voltereta. ¡Voy a necesitar su ayuda!"

Franco, que era el más aventurero del grupo, se lanzó a apoyarlo:

"¡Claro, Juli! ¡Te vamos a ayudar! Pero primero, tenés que mostrarme cómo pensás hacerlo."

Julián, un poco nervioso, llevó a sus amigos a un lugar con césped suave. Se agachó, estiró los brazos y dijo:

"Quiero rodar hacia adelante, como un gran balón. Pero le tengo miedo a caer."

Cristóbal, siempre optimista, agregó:

"¡No te preocupes! Te vamos a ayudar a caer! Lo bueno es que si caés, no te va a doler porque estamos en el césped."

Tiana, con su voz melodiosa, intentó animarlo:

"Juli, si te caés, nos reímos juntos. Pero cuando lo logres, ¡serás el rey de las volteretas! ¡Nosotros estaremos a tu lado!"

Julián respiró hondo y vio la confianza en los ojos de sus amigos. Se imaginó en lo alto de un podio mientras ellos aplaudían. Pero antes de hacerlo, tenían que experimentar un poco. Así que comenzaron a practicar juntos.

Franco rodó por el suelo como una pelota. Cristóbal dio una vuelta en el aire, y Tiana hizo varios giros que hacían reír a todos. Al ver sus movimientos, Julián sintió un pequeño cosquilleo de valentía.

"¡Eso parece divertido! ¡Voy a intentarlo!"

Julián se posicionó nuevamente, tomó impulso y se lanzó. Pero en vez de hacer una voltereta, se enredó con su propio pie y cayó hacia un lado.

"¡Ay!" exclamó mientras sus amigos corrían hacia él.

"¡Estás bien, Juli?" preguntó Cristóbal, preocupado.

"Sí, estoy bien, solo me sorprendió un poquito. No lo logré."

Tiana, siempre positiva, le sonrió y dijo:

"Eso fue un intento genial, porque al menos te moviste. La próxima vez vas a hacerlo mejor."

Franco, entusiasmado, sugirió:

"¡Hagámoslo más divertido! ¿Qué tal si hacemos un juego? Cada vez que intentemos la voltereta, vamos a inventar un grito de guerra para animarnos. ¡Yo empiezo! ¡A la cuenta de tres: ‘Voltereta, voltereta! ’"

Y los cuatro gritaron al unísono, llenos de energía. Julián sintió que esa energía lo envolvía y lo invitaba a probar una vez más. Se posicionó de nuevo y pensó en la emoción de sus amigos.

"Una, dos, tres... ¡Voltereta, voltereta!" gritó.

Y entonces, con una fuerza inesperada, Julián tomó impulso y se lanzó hacia adelante. Esta vez, ¡lo logró! Rodó por el suelo y se levantó con una sonrisa de oreja a oreja.

"¡Lo hice, lo hice!" gritó exultante.

Franco lo abrazó, Cristóbal aplaudió y Tiana saltó de alegría.

"¡Sos el rey de las volteretas, Juli!" dijo Franco.

"Ahora sí, las volteretas son tu nuevo talento. ¡Vamos a practicar más!"

El grupo siguió practicando durante toda la tarde, y cada uno mejoró a su manera. Julián sintió que había aprendido no solo a hacer volteretas, sino también que los amigos son un gran apoyo en los momentos difíciles.

Finalmente, se sentaron juntos a descansar en el césped.

"¿Saben qué?" dijo Julián. "Hoy no solo aprendí a hacer volteretas, sino que también entendí que lo importante es intentarlo y tener a los amigos a tu lado."

"Exactamente, Juli. Juntos somos más fuertes," concluyó Tiana, feliz.

Así, los cuatro amigos se fueron a casa con nuevas risas y un montón de recuerdos en el corazón, deseando que el siguiente día en el parque les trajera aún más aventuras. Y así, juntos, descubrieron que los desafíos pueden ser más divertidos con la ayuda de buenos amigos.

FIN.

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