La granja de aventuras



Había una vez una niña llamada Juanita que vivía en una hermosa granja en el campo. A Juanita le encantaba jugar con los animales de la granja, ya que cada uno de ellos tenía algo especial.

Un día soleado, Juanita decidió pasar la tarde jugando con sus amigos animales. Primero se acercó al corral de las ovejas y vio a Pepe, un corderito travieso que siempre estaba saltando por todos lados.

- ¡Hola Pepe! ¿Quieres jugar a las escondidas? -le preguntó entusiasmada Juanita. - ¡Sííí! -baló emocionado Pepe-. Pero prométeme que no te esconderás muy lejos. Juanita contó hasta diez mientras Pepe buscaba un buen lugar para esconderse.

Cuando terminó de contar, comenzó a buscarlo por el corral. Después de unos minutos, encontró a Pepe detrás del montón de heno. - ¡Te encontré! Eres muy bueno en este juego -dijo riendo Juanita mientras abrazaba al corderito.

Luego, decidieron ir al establo donde estaba Carlitos, el caballo más veloz y fuerte de toda la granja. - Hola Carlitos, ¿quieres jugar a las carreras? -preguntó emocionada Juanita.

- Claro que sí, pero tengo una condición: si me ganas en tres carreras seguidas, te llevaré a dar un paseo por todo el campo -respondió Carlitos con su voz potente. Juanita aceptó el desafío y se prepararon para correr. El primer intento fue muy reñido, pero Carlitos logró llegar primero.

En el segundo intento, Juanita se esforzó mucho y consiguió ganar. El último intento fue muy emocionante, pero finalmente Juanita cruzó la meta unos segundos antes que Carlitos. - ¡Lo lograste! -exclamó Carlitos sorprendido-. Cumpliré mi promesa y te llevaré a dar un paseo.

Juanita subió al lomo de Carlitos y juntos recorrieron todo el campo. Fue una experiencia maravillosa sentir el viento en su rostro mientras veía los hermosos paisajes que la naturaleza les ofrecía.

Después del paseo, Juanita decidió visitar a las gallinas para jugar con ellas. Las gallinas estaban revoloteando por todos lados buscando comida. - Hola chicas, ¿quieren jugar al juego de las plumas? -les propuso Juanita.

Las gallinas aceptaron encantadas y comenzaron a mover sus alas mientras corrían detrás de las plumas que Juanita lanzaba al aire. Era divertido verlas picotear las plumas y hacer piruetas en el aire. Cuando ya empezaba a oscurecer, Juanita decidió regresar a casa.

Se despidió de todos los animales prometiéndoles volver pronto para seguir jugando juntos. Mientras caminaba hacia su hogar, reflexionó sobre lo especial que era tener amigos animales con quienes jugar y aprender cada día.

Aprendió que cada uno de ellos tenía habilidades únicas y que podía compartir momentos inolvidables con ellos. Desde aquel día, Juanita siguió jugando con los animales de la granja siempre que podía. Aprendió a valorar la amistad y a disfrutar de las pequeñas cosas que la vida le ofrecía.

Y así, su granja se convirtió en un lugar lleno de risas, juegos y aprendizajes para Juanita y todos sus amigos animales.

FIN.

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