La Granja de David y Victoria
En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes, había una granja muy especial que pertenecía a dos hermanos, David y Victoria. Ellos amaban cuidar de sus animales y sembrar las hortalizas más frescas de la región. Su granja era conocida por ser el lugar más feliz del pueblo.
Un día, mientras daba de comer a los patos, David notó que algo extraño sucedía en el establo. "¿Victoria, vení rápido! Creo que algo está pasando en el establo".
Victoria corrió con el balde de comida en la mano. "¿Qué pasa, David?"
David, un poco asustado, le dijo: "Mis herramientas de jardinería han desaparecido. No están en su lugar".
Victoria miró alrededor y empezó a pensar. "Tal vez alguien las haya tomado por accidente. Vamos a comprobarlo". Ambos hermanos decidieron investigar.
Mientras buscaban pistas, se encontraron con Pepito, el loro parlante de la granja. "Pepito, ¿has visto mis herramientas?" preguntó David.
Pepito, que siempre estaba al tanto de lo que sucedía, respondió: "Sí, sí, vi a un extraño en el gallinero. Llevaba una mochila grande".
David y Victoria miraron a Pepito con sorpresa. "¿Un extraño? ¿Estás seguro?" preguntó Victoria.
"Sí, sí, con una gorra roja" dijo Pepito mientras movía su cabeza.
Sin perder tiempo, los hermanos decidieron ir al gallinero. Al llegar, vieron algo que les pareció muy raro: la puerta estaba entreabierta y había plumas por todas partes. "Esto no me gusta nada" dijo David.
Victoria propuso una idea: "Vamos a preparar un plan. Podríamos esconder algunas de nuestras herramientas en un lugar seguro y luego esperar a ver si vuelve el extraño".
Así lo hicieron. Escondieron las herramientas en un viejo cobertizo y se ocultaron detrás de unos arbustos. Las horas pasaron y la noche caía. Fue entonces cuando escucharon un ruido en el gallinero. Un chico apareció, abriendo la puerta despacio.
"¡Mirá, ahí está!" susurró David.
El niño, que parecía tener unos diez años, entró y comenzó a buscar. "Espero que nadie me vea..." murmuró.
Victoria, llena de valentía, decidió hablarle. "¡Hola! ¿Por qué estás aquí?"
El niño se sobresaltó y dio un salto. "No quería que me viesen, lo siento...".
Victoria le preguntó: "¿Te robaste nuestras herramientas?"
"No, no las robé. Solo quería pedir prestadas algunas cosas y no sabía qué hacer..." explicó el chico, con los ojos llenos de lágrimas. "Mi nombre es Mateo, y necesito ayudarlas, pero no sé cómo".
David y Victoria se miraron confundidos. "¿Ayudarlas? ¿De qué hablas?"
Mateo les contó que su familia había tenido una granja, pero la tormenta había destruido su casa y ahora no tenían cómo subsistir. "He venido a ver si podía conseguir algo para ayudar a mi mamá. No tengo amigos ni dinero...".
Victoria sintió compasión por él. "Podrías haberlo pedido, no tenías que robar".
David también se sintió mal. "Si necesitás herramientas, podemos compartirlas. Pero es importante que pidas ayuda si la necesitás, no que tomes las cosas de otros sin permiso".
Mateo asintió, "Lo sé, lo siento mucho".
Victoria tuvo una idea. "Podemos enseñarte a cuidar de animales y hortalizas. De este modo, podrás trabajar en nuestra granja y así tendrás comida para tu familia".
Mateo sonrió por primera vez. "¿De verdad? ¡Eso sería genial! No quiero hacer más cosas malas".
Desde ese día, Mateo comenzó a trabajar en la granja de David y Victoria. Aprendió a cuidar de los animales y plantar verduras, además de hacer nuevos amigos.
Cada tarde, los tres se reunían y compartían risas y aventuras en la granja.
Con el tiempo, Mateo trajo su mamá a la granja, y David y Victoria decidieron ayudarles a reconstruir su hogar, ya que además de ser amigos, en el pueblo estaban siempre dispuestos a ayudar a quienes lo necesitaban.
Así, la granja se convirtió en un lugar donde no solo florecían hortalizas sino también la amistad y la solidaridad. Y en la memoria de todos quedó la lección más importante: siempre es mejor pedir ayuda que recurrir a acciones equivocadas.
Años después, la granja de David, Victoria y Mateo se volvió famosa en todo el pueblo por ser el lugar donde nace la esperanza y la generosidad.
FIN.