La Granja de Inara
Inara era una niña muy especial. Ella amaba a los animales y siempre soñó con tener su propia granja. Un día, sus padres le regalaron un pequeño terreno en el campo y ella decidió cumplir su sueño.
Con la ayuda de sus padres, Inara construyó una hermosa granja donde podrían vivir muchos animales felices. Adoptó vacas, gallinas, conejos, ovejas y cerdos que habían sido abandonados por otros dueños. Los primeros días en la granja fueron maravillosos.
Los animales se sentían seguros y amados junto a Inara. Pero pronto empezaron los problemas. Una noche de tormenta, el techo del corral de las ovejas se derrumbó. Las pobres ovejas quedaron expuestas al frío y la lluvia.
Inara estaba muy triste por lo ocurrido pero no perdió la esperanza. Al día siguiente llamó a un carpintero para que arreglara el corral y mientras tanto llevó a las ovejas adentro de su casa para que estuvieran protegidas.
"No te preocupes amigas mías", les dijo Inara con cariño "Pronto tendrán un hogar más cálido". Pero justo cuando pensaban que todo había vuelto a la normalidad, llegaron unos cazadores furtivos al campo cercano a la granja de Inara.
Ellos querían cazar algunos animales salvajes pero terminaron disparando accidentalmente hacia el corral de las vacas. Las vacas entraron en pánico y empezaron a correr asustadas por toda la granja hasta que chocaron contra uno de los muros.
Inara y sus padres corrieron hacia el corral para ver qué había pasado. "¡Qué horror! ¿Están bien las vacas?" preguntó Inara preocupada. Por suerte, ninguna vaca resultó gravemente herida pero todas estaban asustadas y necesitaban un tiempo para recuperarse.
Inara se sintió muy triste por lo ocurrido y decidió tomar medidas para proteger a sus animales de futuros peligros. Instaló cámaras de seguridad en la granja y construyó cercas más altas para evitar que los cazadores furtivos pudieran acercarse.
También organizó reuniones con otros granjeros del área para intercambiar ideas sobre cómo proteger mejor a los animales.
Con el tiempo, la granja de Inara se convirtió en un lugar seguro y feliz para todos los animales que vivían allí. Las ovejas tenían su nuevo corral cálido, las gallinas ponían huevos deliciosos cada mañana, los conejos saltaban felices por el campo y las vacas pastaban tranquilamente.
Inara estaba muy orgullosa de su granja y sabía que era posible tener un mundo mejor si cuidábamos a nuestros amigos animales como ellos merecen ser cuidados.
FIN.