La Granja de los Amigos Peludos
Había una vez en la Institución San Patricio Madrid, una granja muy especial donde vivían animales de todas las especies. Había vacas, cerdos, gallinas, ovejas y hasta un simpático burrito llamado Pancho.
Un día soleado, la granjera Doña Marta les anunció a los animales que tendrían que prepararse para la llegada de unos invitados muy importantes: un grupo de niños de una escuela cercana vendría a visitar la granja para aprender sobre el cuidado de los animales y la naturaleza.
Los animales se pusieron muy contentos con la noticia y decidieron trabajar juntos para que todo estuviera perfecto para la visita.
La vaca Margarita ofreció su leche para que los niños pudieran probarla fresca, el cerdo Rufino se encargó de limpiar su chiquero y las ovejas Lana y Pepe prepararon un espectáculo de saltos para entretener a los pequeños. "¡Vamos equipo! ¡Todos juntos podemos lograrlo!", exclamaba Pancho emocionado mientras iban organizando cada detalle.
Sin embargo, esa misma tarde, cuando estaban terminando los preparativos, escucharon unos ladridos desesperados provenientes del bosque cercano. Al acercarse descubrieron a un perrito callejero atrapado en una zanja. Sin dudarlo ni un segundo, los animales decidieron ayudarlo.
"¡Tranquilo amigo! ¡Te sacaremos de ahí!", dijo Margarita mientras tiraba con fuerza de una cuerda que encontraron cerca. Después de varios intentos y con mucho esfuerzo lograron rescatar al perrito.
Este les dio las gracias moviendo su cola y les contó que se había perdido buscando comida. Los animales lo invitaron a quedarse en la granja junto a ellos. La noche cayó y todos estaban agotados por el trabajo duro del día.
Se reunieron alrededor de una fogata improvisada y compartieron historias y risas. El perrito sin nombre aún miraba tímido a sus nuevos amigos cuando Pancho se acercó a él. "¿Y si te llamamos Chispa? Porque llegaste como un destello brillante a nuestras vidas", propuso el burrito con cariño.
Chispa movió feliz su cola aceptando su nuevo nombre y así fue como se convirtió en parte de la familia de la Granja San Patricio Madrid.
Al día siguiente, los niños llegaron a la granja maravillados por todo lo que veían. Los animales les enseñaron sobre el valor del trabajo en equipo, la importancia del cuidado mutuo y cómo siempre hay espacio en nuestros corazones para dar amor a quienes más lo necesitan.
Y así, entre risas y aprendizajes, aquel día quedó marcado en sus memorias como uno lleno de magia e inspiración gracias a los increíbles animalitos de la Granja San Patricio Madrid.
FIN.