La granja de Max y Tomás


Había una vez en una hermosa granja, un perro labrador llamado Max y su mejor amigo, un gato travieso llamado Tomás. Juntos, vivían aventuras emocionantes todos los días.

Max era un perro muy inteligente y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás. Por otro lado, Tomás era curioso y le encantaba explorar cada rincón de la granja. Aunque eran diferentes, se querían mucho y disfrutaban de la compañía del otro.

Un día soleado, mientras paseaban por el campo, Max y Tomás escucharon un ruido extraño proveniente del granero. Se acercaron sigilosamente para descubrir qué estaba pasando. Al asomarse por la puerta entreabierta, vieron que los animales de la granja estaban discutiendo.

- ¿Qué está pasando aquí? -preguntó Max preocupado. - Parece que hay problemas entre ellos -respondió Tomás-. Vamos a averiguar qué sucede.

Los dos amigos se adentraron en el granero y encontraron a Don Toro discutiendo con Doña Gallina sobre quién tenía más espacio para dormir en el gallinero. - ¡Yo necesito más espacio! -gruñó Don Toro-. Soy grande y tengo cuernos que ocupan mucho lugar. - Pero yo también necesito mi espacio para poner mis huevos -contestó Doña Gallina indignada-.

No es justo que me quiten mi lugar. Max se acercó con calma e intentó mediar entre ellos:- Escuchen, si trabajamos juntos podemos encontrar una solución justa para todos.

¿Qué tal si construimos un gallinero más grande? Así tendrán espacio suficiente para todos. Don Toro y Doña Gallina se miraron sorprendidos, pero después sonrieron y aceptaron la idea de Max. Todos los animales de la granja se unieron para construir un gallinero más grande y cómodo.

Mientras tanto, Tomás notó que las ovejas también estaban discutiendo sobre quién tenía el mejor pasto para comer. Se acercó a ellas y les propuso compartir el pastizal en partes iguales.

- Si dividimos el pasto en porciones justas, todas podrán comer sin pelear -dijo Tomás con entusiasmo. Las ovejas aceptaron la propuesta de Tomás y comenzaron a disfrutar del pasto sin disputas ni celos.

La granja volvió a ser un lugar armonioso gracias a las ideas de Max y Tomás. Un día, mientras jugaban cerca del lago, Max vio algo brillante en el agua. Se sumergió rápidamente y encontró una caja misteriosa. Al abrirla, descubrió un mapa antiguo que mostraba un tesoro escondido en la granja.

Max llamó emocionado a Tomás:- ¡Tomás! ¡Encontré un mapa del tesoro! Vamos a buscarlo juntos. Los dos amigos siguieron el mapa hasta llegar al viejo roble del campo.

Cuidadosamente excavaron bajo sus raíces y encontraron una caja llena de monedas doradas. Estaban tan felices que decidieron compartir su hallazgo con todos los animales de la granja. Con el tesoro encontrado, construyeron una escuela para enseñar a los pollitos a leer, escribir y contar.

También compraron semillas para cultivar una huerta comunitaria y alimentos para los animales más necesitados de la granja.

La noticia del tesoro se extendió por toda la zona, y pronto niños de otras granjas se unieron a la escuela que Max y Tomás habían creado. Todos aprendieron el valor de la amistad, el trabajo en equipo y la importancia de compartir. Desde entonces, Max, Tomás y todos los animales vivieron felices en su granja.

Aprendieron que cuando trabajan juntos pueden lograr grandes cosas y que siempre hay algo especial esperándolos si están dispuestos a buscarlo. Y así termina esta historia llena de aventuras, amistad y enseñanzas valiosas.

Siempre recuerda: ¡nunca subestimes lo que puedes lograr cuando tienes amigos a tu lado!

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