La granja encantada
sabía qué hacer con ella. La gallina estaba triste y solitaria, así que el rey Juan decidió llevársela a su granja para cuidarla.
Al llegar a la granja, Cimba se emocionó al ver a la nueva amiga de su dueño. La gallina, por otro lado, se mostraba asustada y desconfiada. El rey Juan entendió que necesitaba ganarse su confianza, así que decidió pasar tiempo con ella todos los días.
"Hola, pequeña gallina", dijo el rey Juan con ternura. "No tengas miedo, estoy aquí para cuidarte". La gallina lo miró con cautela y no respondió. Pero el rey Juan no se rindió y continuó hablándole cada día mientras le daba comida y agua fresca.
Pasaron semanas y poco a poco la gallina empezó a sentirse más cómoda en la granja. Ya no huía cuando el rey Juan se acercaba y comenzaba a picotear alimento de su mano.
Un día, mientras el rey Juan limpiaba el corral de las ovejas, escuchó un ruido extraño proveniente del establo. Se apresuró hacia allí para descubrir qué estaba pasando.
Cuando llegó al establo, vio que un grupo de ratones había invadido el lugar e intentaban comerse toda la comida de los animales. El rey Juan sabía que debía actuar rápidamente para proteger a sus amigos animals. Sin pensarlo dos veces, llamó a Cimba y le pidió ayuda para ahuyentar a los ratones.
El perrito saltó hacia ellos y comenzó a perseguirlos sin descanso. Mientras tanto, el rey Juan buscaba una solución para evitar futuras invasiones. "¡Cimba, eres un héroe!", exclamó el rey Juan emocionado mientras abrazaba a su leal compañero.
La gallina observaba la escena desde lejos y se dio cuenta de que también podía hacer algo para ayudar. Decidió poner en práctica sus habilidades de picoteo y comenzó a atacar a los ratones restantes.
Juntos, Cimba y la gallina lograron ahuyentar a los intrusos. El rey Juan estaba impresionado por el coraje de su nueva amiga. Se acercó a ella con una sonrisa en su rostro y dijo:"Gallinita valiente, gracias por tu ayuda. Eres parte importante de nuestra granja".
La gallina respondió con un cacareo feliz y se acurrucó junto al rey Juan. Desde ese día, la gallina se convirtió en la guardiana del granero y nunca más permitió que ningún ratón volviera a causar problemas.
Así fue como el rey Juan aprendió que todos tenemos habilidades especiales que podemos usar para ayudarnos mutuamente. Además, entendió que no hay límites para las amistades inesperadas.
Desde aquel día, el rey Juan valoró aún más la importancia del respeto hacia todos los seres vivos. Y así vivieron felices en su granja, rodeados de amor, amistad y aventuras cada día. Y colorín colorado, este cuento tan inspirador ha terminado.
FIN.