La Granja Mágica del Señor Mc Donald



Era una mañana soleada en la granja del señor Mc Donald. Las aves cantaban y el canto de las gallinas llenaba el aire. El señor Mc Donald, un hombre robusto con una gran sonrisa, estaba afuera revisando el establo junto a su esposa, María Morales, y su hijo, Atlas.

"Hoy es un día perfecto para jugar, ¿no crees, Atlas?", dijo el señor Mc Donald mientras acariciaba a una de las vacas.

"Sí, papá! Pero quiero hacer algo especial. Este año quiero aprender a cuidar de los animales", respondió Atlas con sus ojos brillantes de emoción.

María sonrió y les dijo:

"Es una magnifica idea. Siempre podemos aprender algo nuevo en esta granja. Este lugar está lleno de sorpresas."

Atlas, motivado, decidió comenzar su aventura. Con una canasta en mano, salió a buscar a las gallinas, que estaban picoteando en el corral.

"Hola, chicas!", las saludó con entusiasmo. Y así, comenzó a realizar su primer trabajo: recolectar huevos.

Sin embargo, mientras recogía suavemente, notó que una de las gallinas, llamada Clara, parecía inquieta. Algo la estaba molestando. Atlas se acercó con curiosidad.

"¿Qué te pasa, Clara?", preguntó el niño.

Sorprendentemente, la gallina comenzó a cacarear de una manera agitada. Atlas se dio cuenta de que había un pequeño pato atrapado entre los matorrales.

"No te preocupes, Clara, voy a ayudarlo!" - exclamó Atlas.

Con cuidado, se acercó al pato que parecía asustado y lo rescató.

"Ahí estás, pequeño! Nunca tengas miedo de pedir ayuda", dijo mientras el pato le agradeció con un suave graznido.

"Mirá, mamá, ¡ayudé a un pato!" - exclamó el niño entusiasmado, llevando al pato de regreso al estanque.

María, viendo la acción, gritó desde la puerta de la casa:

"Eso es genial, Atlas! Pero recuerda, siempre es importante ser amable con todos los animales."

Mientras tanto, el señor Mc Donald estaba en el establo, dándole de comer a los caballos. De pronto, escuchó un fuerte relincho. Era uno de los caballos más grandes, llamado Estrella, que parecía muy inquieto.

"¿Qué sucede, Estrella?", le preguntó el señor Mc Donald, acercándose.

Estrella comenzó a mover la cabeza hacia un lado y hacia el otro, mostrando que había algo detrás del establo. El señor Mc Donald decidió investigar. Allí, encontró un viejo caracol que había quedado atrapado, intentando cruzar la tierra dura.

"Mirá esto, María! También tengo un amigo", dijo Mc Donald, riendo al mismo tiempo que liberaba al caracol.

"Todos en esta granja necesitan nuestro cuidado, hasta los más pequeños", respondió María con una sonrisa.

Mientras la tarde avanzaba, Atlas reunió a todas las criaturas en el corral. Ya había hecho amistad con los patos, las gallinas, las ovejas y el cerdo. Se dio cuenta que había creado un lazo especial con cada animal de la granja.

"¿Puedo presentarles a todos un juego?", propuso Atlas. "Hoy jugaremos a la carrera de animales!"

Los patos se alinearon junto a las gallinas, los caballos se prepararon en sus posiciones, y el cerdo se acomodó en una esquina, como siempre bromeando.

María mira todo con cariño y dice:

"Solo recuerda que el verdadero ganador es quien participa con alegría y respeto."

Todos comenzaron a correr y a reír. Los animales corrían, se entrelazaban, hacían ruido, y la granja resonaba con el sonido del entusiasmo. El cerdo, sin querer, empujó a un pato, y todos explotaron en risas. Atlas no podía parar de reír viendo cómo los animales se divertían.

Al final del día, Atlas se sentó en la porche con sus padres, viendo el atardecer.

"Hoy aprendí que cada uno, grande o pequeño, necesita de la ayuda de los demás".

María lo abrazó y susurró:

"Y que el amor y la amabilidad son las mejores herramientas que tenemos para vivir juntos, no solo aquí, sino en todos lados."

"Así es, hijo. Cada día en esta granja es un nuevo cuento y siempre hay algo nuevo por aprender. Y siempre debemos cuidarnos unos a otros", completó el señor Mc Donald mientras miraba a su familia con orgullo.

Y así, la granja del señor Mc Donald se convirtió no solo en un lugar de trabajo, sino en un lugar mágico donde cada día, cada animal, y cada persona contribuían a en esto. Y Atlas supo que a partir de ese momento, su misión sería cuidar y aprender de todos en su granja mágica.

FIN.

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