La Guacamaya y la Búsqueda de la Felicidad
En el corazón de la selva, una guacamaya llamada Lila se despertaba cada mañana con un gran anhelo en su corazón. Aunque tenía colores brillantes y unas alas enormes para volar, algo no la dejaba estar completamente feliz. Un día decidió que debía encontrar la felicidad, así que hizo las maletas y salió en busca de una respuesta.
Mientras volaba, se encontró con su amigo el perezoso, Simón, que estaba colgado de una rama.
"¿A dónde vas tan apurada, Lila?" - le preguntó Simón.
"Estoy buscando la felicidad, Simón. No sé dónde encontrarla. ¿Tú la conoces?" - respondió Lila.
Simón la miró con sus ojos llenos de pereza y dijo:
"La felicidad no se busca, se encuentra en lo cotidiano, como disfrutar de una buena siesta. ¡Inténtalo!"
Lila decidió darle una oportunidad a esa idea y se acomodó al lado de Simón para dormir un rato. Pero a pesar de estar cómoda, no sentía que estuviera más feliz. Así que continuó su viaje.
Al volar un poco más, se encontró con una familia de monos que jugaban a atrapar sus colas.
"¡Monos, qué divertido! ¿Puedo jugar con ustedes?" - les preguntó Lila emocionada.
"¡Claro! ¡Ven a jugar!" - gritaron los monos.
Lila se unió al juego, saltando y riendo con ellos. Sin embargo, al terminar el juego, se sintió cansada y un poco triste.
"¿Por qué no puedo encontrar la felicidad?" - suspiró.
Un mono, que parecía ser el más sabio, se le acercó y le dijo:
"Lila, la felicidad puede ser fugaz, como un juego. Pero tenemos algo especial en nosotros: la amistad. Tal vez si compartís con otros, la felicidad vendrá a vos."
Lila pensó que tenía razón y decidió seguir su camino.
Mientras volaba, se encontró con Doña Tortuga, la más anciana de la selva.
"Hola, Doña Tortuga. Estoy buscando la felicidad. ¿Tendrá algún consejo?" - le preguntó Lila.
"Querida guacamaya, la felicidad es como el agua, a veces se siente lejos, pero está presente en cada rincón. Solo necesitas aprender a valorarla. Por ejemplo, escucha el canto de las aves o aprecia la grandeza del árbol más alto" - dijo Doña Tortuga.
Lila se sintió inspirada, pero aún no estaba segura de cómo aplicar esos consejos.
Siguió volando y, al llegar a un claro lleno de flores, vio a un grupo de animales que se estaban preparando para un gran festejo.
"¿Qué celebran?" - preguntó curiosa.
"¡La amistad!" - dijeron los animales al unísono.
"Es una fiesta para compartir lo que tenemos y reír juntos! ¡Ven, únete!" - la invitó un pequeño jaguar.
Lila decidió quedarse y participar. Durante la celebración, bailó, compartió historias y se rió muchísimo con todos. En ese momento, se dio cuenta de que la felicidad no era un destino, sino un camino que se construye a través de los momentos compartidos y las risas.
"¡Ahora entiendo!" - gritó Lila, mientras todos la miraban.
"La felicidad está en los momentos simples, en compartir con amigos y reír. Gracias a todos por enseñarme esto."
Al final de la fiesta, Lila se despidió de sus nuevos amigos y voló de vuelta a casa. Sabía que no importaba que tan lejos viajara, la verdadera felicidad vivía en su corazón y en todos los momentos compartidos con aquellos a quienes amaba.
Desde ese día, Lila siempre recordaba las palabras de Doña Tortuga y el consejo del mono sabio. Aprendió a disfrutar no solo de los grandes momentos, sino también de los pequeños detalles de la vida, como los colores del atardecer o el canto de los pájaros.
Y así, Lila, la guacamaya, encontró la felicidad en la selva, rodeada de amigos y momentos bellos que atesoraba siempre en su corazón.
FIN.